“Festejar la muerte, recibirla con alegría e incluso reírnos de ella, es la manera en que los mexicanos tratamos de asimilar sin miedo el fin de nuestros días”, señala Manuel González Oscoy, investigador de la Facultad de Psicología de la UNAM.
En entrevista para Excélsior, el psicoanalista señala que, aunque la conmemoración del día de muertos es una herencia cultural prehispánica, a lo largo del tiempo se ha comprobado, que la manera en que el mexicano se acerca a la muerte, lo ha ayudado a buscar la trascendencia con el menor dolor emocional posible.
“Es importante reconocer que existe una necesidad ya culturalmente establecida para tener presente a los muertos. No obstante, el diálogo que los mexicanos tenemos con nuestros muertos es hasta cierto punto festivo, hay grandes canciones celebrando la muerte en nuestra música tradicional, se llevan mariachis y cantamos con los difuntos en sus tumbas.”
“Este tipo de festejo, que solo se observa en México, es para hacer cotidiana la muerte y quitarnos el miedo a morir. Es darle una satisfacción a este impulso personal psicológico que tenemos de la destrucción y en ese sentido cuando nos sintamos cerca de la muerte, tener una preparación y una esperanza en la trascendencia”, detalló.
El psicólogo de la UNAM, señaló que un ejemplo del manejo peculiar que los mexicanos hacemos de la muerte, se reflejó en los sismos del 9 y 17 de septiembre pasado.
“Los sismos nos plantaron drásticamente en la muerte. Y muchos de los que sobrevivimos, pensamos yo ya libré la muerte y ahora lo que tengo que buscar es vida.”
“Y es algo con lo cual podemos explicar esta conducta altruista del mexicano, la mayoría pensamos, vamos a ayudar vamos a buscar vida donde se dio la muerte.”
“Entonces es una situación que no se da en otros países, llegar a tener hasta un exceso de voluntarios para rescatar a las personas, porque hubo esta idea de vamos a poder librar a la muerte, aún en contra de lo imposible de lo improbable”, indica.
González Oscoy explica que otra manera de darle vuelta a la muerte en los sismos, fue ayudando y donando para sentir que se estaba de lado de la vida.
“Nos enfrentamos en Puebla, Morelos, Oaxaca, Chiapas, y en la Ciudad de México con un escenario de muerte probable inevitable e incontrolable y lo que decidimos hacer es irnos de lado de la vida, pasar de tánatos a eros. Esto se reflejó en los miles de voluntarios que sin descanso rescataron sobrevivientes, en la gente que daba de comer a los rescatistas, en quienes donaron para los damnificados y que incluso abrieron sus casas, para quienes las perdieron, esa es nuestra forma de enfrentar a la muerte”, explica el investigador de la Máxima Casa de Estudios.
Manuel González Oscoy, además señaló que, de manera permanente, todos los seres humanos estamos fluctuando entre la vida y la muerte, pero el mexicano en particular tiene todo un bagaje cultural con símbolos específicos, que siempre le van a permitir dialogar emocionalmente con la muerte y estar más preparado para cuando llegue el momento de partir.
“Si bien la celebración del día de muertos en México ya es resultado de un sincretismo cultural, hay elementos que hacen de esta festividad muy peculiar, como el hecho de tener fechas fijas para el festejo, comer calaveritas y pan de muerto, poner ofrendas, donde el alimento y el agua como sinónimo de vida son fundamentales”, explicó el psicólogo de la UNAM, Manuel González Oscoy.
Fuente: http://www.excelsior.com.mx