Caravana sigue su marcha a pesar de inconvenientes

Miles de exhaustos centroamericanos fijaron ayer la vista en Ciudad de México, después de un extenuante trayecto a través de una parte del país que ha sido particularmente peligrosa para los migrantes que buscan llegar a Estados Unidos.

La mayoría de los aproximadamente 4,000 migrantes llegaron a la ciudad de Córdoba, Veracruz, una puerta al centro del país a 200 kilómetros de su parada previa. El trayecto del día fue uno de los más largos hasta el momento, a medida que los migrantes exhaustos intentan avanzar a pie y pidiendo aventón hacia la frontera de Estados Unidos aún a cientos de kilómetros de distancia.

No está claro a qué parte de la frontera se dirigirán eventualmente, pero su más reciente noche en Veracruz podrá ser una de las últimas antes de dirigirse a la Ciudad de México, desde donde podrían a una variedad de destinos.

En la capital podrán recibir apoyo adicional, aunque las autoridades mexicanas parecen debatirse entre ayudarlos u obstaculizar su viaje.

Manuel Calderón, de 43 años, un migrante de El Salvador, sabía cuántos kilómetros le quedaban por recorrer y dijo que quería “apresurar el paso”. Huía de la violencia de su país y soñaba con regresar a Estados Unidos, de donde fue deportado hace poco más de dos años.

En el camino, fue recibido por mexicanos que le ofrecieron ayuda. Catalina Muñoz dijo que compró tortillas a crédito para hacer tacos de frijoles, queso y arroz cuando se enteró que la caravana migrante pasaría por Benemérito Juárez, su pequeño pueblo de 3,000 habitantes. Reunió a otras 15 personas para hacer los tacos, llenar botellas de agua y llevar fruta a los agotados viajantes a pie de la carretera.

Mientras los migrantes comenzaron a llenar los centros deportivos en Córdoba, otros ya habían subido a camiones de carga rumbo al estado de Puebla e incluso a Ciudad de México. Algunos pocos llegaron a un estadio en la capital y se recostaron en las gradas, un día después de que las divisiones asolaran a la caravana sobre qué ruta tomar.

Algunos estaban frustrados después de que los organizadores fracasaron en su intento de obtener autobuses luego de tres semanas de trayecto. Otros estaban enojados por tener que cruzar el estado de Veracruz, que llamaron la “ruta de la muerte”.

La trayectoria a través de los cañaverales y huertos de frutas llevó a la mayoría por un estado en donde cientos de migrantes han desparecido en años recientes, víctimas de secuestradores en busca de rescates. En septiembre las autoridades veracruzanas dijeron que hallaron restos de al menos 174 personas en fosas clandestinas, lo que planteó el interrogante de si eran migrantes.

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Pero incluso con el contingente un poco más diseminado, la mayoría de los migrantes estaban convencidos de que viajar en grandes grupos les brindaba la mejor oportunidad de llegar a Estados Unidos. La gran mayoría huye de la pobreza, la violencia a causa de las pandillas y la inestabilidad política en Honduras, Guatemala, El Salvador y Nicaragua.

“Creemos que es mejor seguir juntos con la caravana. Nos vamos a quedar con ella y respetaremos a los organizadores”, dijo Luis Euseda, un hondureño de 32 años de Tegucigalpa que viaja con su esposa, Jessica Fugón. “Otros siguieron adelante; tal vez no tienen una meta, pero nosotros sí tenemos una meta y es la de llegar”, agregó.

Mynor Chávez, un joven de 19 años de Copán, Honduras, estaba determinado a continuar.

“Yo ya no tengo esperanzas (en Honduras). Me gradué de técnico en computación y ni con un título he podido encontrar trabajo”, afirmó.

México se enfrenta a la situación sin precedentes de tener a tres caravanas migrantes en un tramo de 500 kilómetros de carretera entre los estados de Chiapas, Oaxaca y Veracruz.

El viernes, una caravana proveniente de El Salvador cruzó el río Suchiate para ingresar a México, con aproximadamente 1,000 personas que desean llegar a Estados Unidos. En un principio la caravana intentó cruzar el río entre Guatemala y México, pero las autoridades mexicanas les dijeron que tendrían que mostrar pasaportes y visas e ingresar en grupos de 50 para que se procesaran sus documentos.

Otra caravana, también de aproximadamente 1,000 personas, ingresó a México hace unos días y ahora está en Chiapas. En ese grupo hay hondureños, salvadoreños y algunos guatemaltecos.

El primer, y más grande grupo, compuesto en su mayoría por hondureños, ingresó a México el 19 de octubre.

La Secretaría de Gobernación de México calculó que en total hay unos 5,000 migrantes actualmente en el sur de México que se mueven en caravanas o grupos más pequeños. La dependencia dijo que en las últimas semanas 2,793 migrantes han solicitado refugio en México y unos 500 han pedido asistencia para regresar a sus países de origen.

Los migrantes que lleguen a Estados Unidos se enfrentarán a la incertidumbre.

El presidente estadounidense Donald Trump ha ordenado el despliegue de tropas en la frontera con México en respuesta a las caravanas. Más de 7,000 tropas en servicio activo recibieron indicaciones de apostarse en Texas, Arizona y California antes de las elecciones legislativas.

El mandatario tiene pensado firmar una orden ejecutiva la próxima semana que podría derivar en la detención en gran escala de los migrantes que crucen la frontera sur y prohibir que cualquiera que cruce ilegalmente solicite asilo.

Fuente: AGENCIAS

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