Bajo la presidencia de Donald Trump, el gobierno estadounidense consideró la posibilidad de enviar 250 mil soldados a la frontera sur, así como mandar fuerzas al interior de México para combatir al narco, revela hoy el diario estadounidense The New York Times.
El diario, que cita como fuente a exfuncionarios de la administración, señala que cuando el entonces secretario de Defensa, Mark T. Esper, se enteró de la idea, quedó impactado: los 250 mil efectivos significaban más de la mitad del ejército en activo de Estados Unidos y la sexta parte de las fuerzas estadounidenses en su conjunto.
Habría sido el mayor uso del ejército nacional desde la Guerra Civil. Stephen Miller, arquitecto de la agenda migratoria de Trump, había pedido al Departamento de Seguridad Nacional (DHS) que desarrollara un plan para ver cuántas tropas se requerían para sellar los 3 mil 200 kilómetros de frontera con México, pero no está claro si el número de 250 salió de ahí o del Pentágono.
La idea fue presentada al Comando Norte del Departamento de Defensa; de acuerdo con uno de los funcionarios a los que se acercó el Times, la idea nunca se le presentó formalmente a Trump para su aprobación, pero sí se discutió en reuniones en la Casa Blanca en las que se debatieron opciones para cerrar la frontera a los migrantes indocumentados.
Funcionarios enterados de las conversaciones aseguraron que cuando Esper se enteró del plan, enfureció y afirmó que un despliegue así socavaría la preparación del ejército de Estados Unidos ante cualquier contingencia. Finalmente, el plan fue desechado.
El rotativo recuerda la obsesión de Trump con la frontera sur, para la cual incluso consideró colocar una fosa con serpientes o cocodrilos -versión que el entonces mandatario desmintió-. Incluso pensó en la posibilidad de disparar a los migrantes en la pierna cuando cruzaran la frontera, para detenerlos.
Según el Times, en esa misma época -primavera del 2020- Trump presionó a sus principales asesores para el envío de fuerzas a territorio mexicano para perseguir a los cárteles de la droga, al estilo de lo que han hecho comandos estadounidenses rastreando y matando a terroristas en Afganistán y Paquistán.
De hecho, tras la masacre de nueve estadounidenses en la frontera mexicana, en noviembre de 2019, en los límites entre Chihuahua y Sonora, Trump tuiteó: “Es hora de que México, con ayuda de Estados Unidos, emprenda una GUERRA contra los cárteles de la droga y los borre de la faz de la Tierra. Sólo esperamos una llamada de su nuevo y grandioso presidente”.
Los funcionarios dijeron que, al interior de la Casa Blanca, la presión de Trump para usar la fuerza crecía día con día.
Lo único que, acorde con las fuentes, disuadió al presidente fue que sus asesores le dijeron que una irrupción militar en México se vería en el exterior como un acto de guerra, por parte de Estados Unidos, contra uno de sus aliados más cercanos y su principal socio comercial.
En su momento, el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, rechazó explícitamente la propuesta de Trump. “Apreciamos y agradecemos mucho al presidente Trump y a cualquier gobierno extranjero que quiera ayudar, pero en estos casos tenemos que actuar con independencia”.
En vez del gran despliegue en la frontera, la administración Trump decidió recurrir al famoso Título 42 -que sigue vigente- para negar asilo y cerrar, en los hechos, el ingreso a Estados Unidos desde México durante la pandemia.
El Times señala que esta idea de desplegar tantos soldados e incluso enviarlos a México es una prueba de cómo la administración Trump veía a las fuerzas armadas como herramienta de la presidencia que podría funcionarle para impulsar su agenda en un año electoral.
Comandantes militares han dicho públicamente que en diversas ocasiones, por años, desecharon los llamados de Trump para enviar más soldados a la frontera sur, con el argumento de que no había muchas tropas de qué disponer. Pero el temor era cómo Trump pretendía darle un mal uso al ejército.
Incluso, previo a las elecciones legislativas de 2018, el envío de 5 mil 200 soldados a la frontera con México enfureció a militares, que consideraron que Trump estaba usando al ejército como arma política.
De acuerdo con Chad Wolff, quien era secretario interino de Seguridad Nacional, al principio de la pandemia se evaluaron los “peores escenarios”, como la posibilidad de tener que sellar por completo la frontera. Sin embargo, aclaró que no cree que se haya hecho un llamado formal al Departamento de Defensa para ese propósito y que las discusiones sobre los 250 mil soldados nunca llegaron hasta él.
Para cuando Esper confrontó a Miller sobre el uso de los soldados, la administración ya estaba enfocada en la aplicación del Título 42, que permite devolver a los migrantes durante una emergencia sanitaria.
Cuestionado sobre el tema, Miller evitó hablar de la idea de desplegar tropas en la frontera, pero subrayó lo importante que fue aplicar el Título 42 para mantener a los migrantes fuera del país.
Si Trump hubiera enviado tal cantidad de efectivos a la frontera sur, habría representado, indicó el Times, una fuerza dos veces y media más grande que los 100 mil soldados desplegados en Afganistán en el punto más álgido de la guerra. En Irak, ejemplificó el diario, el número máximo de tropas desplegados fue de 170 mil.
Además, continuó el rotativo, enviar tantos militares habría requerido de un esfuerzo logístico descomunal para albergarlos y alimentarlos.