Británicos lloran a la reina eterna

Isabel II, la monarca con el reinado más largo de Reino Unido y una roca de estabilidad en una era turbulenta para su país y el mundo, murió ayer después de 70 años en el trono. Ella tenía 96.

El Palacio de Buckingham anunció que falleció en el castillo de Balmoral, su residencia de verano en Escocia, donde los miembros de la familia real se apresuraron a llegar a su lado luego de que su salud empeorara.

Su hijo, el príncipe Carlos, de 73 años, se convirtió automáticamente en monarca y será conocido como rey Carlos III, anunció su oficina. (Los monarcas británicos en el pasado seleccionaron nuevos nombres al tomar el trono). La segunda esposa de Carlos, Camilla, será conocida como la reina consorte.

Era “una soberana querida y una madre amada”, cuya muerte es “un momento de gran tristeza para mí y para todos los miembros de mi familia”, dijo su hijo en su primer mensaje como monarca. “Nos conduele profundamente la muerte de una soberana querida y una madre muy amada. Sé que su pérdida se sentirá profundamente en todo el país, los dominios y la Commonwealth, y por innumerables personas en el mundo”, añadió.

“Durante este periodo de duelo y cambio, mi familia y yo nos consolaremos y nos sostendrá el saber el respeto y profundo afecto de que gozaba la reina”.

La primera ministra, Liz Truss, designada por la reina apenas 48 horas antes de morir, declaró que el país estaba “devastado” y llamó a Isabel “la roca sobre la que se construyó la Inglaterra moderna”. Anunció que “hoy la corona pasará al nuevo monarca, a nuestro nuevo jefe de Estado, Carlos III. Lamentamos la pérdida de su madre”. Truss hizo un llamado al pueblo británico para que se mantenga “solidario” con el nuevo monarca, a quien, dijo, “le debemos nuestra lealtad y devoción”. Reino Unido, concluyó, da así inicio “a una nueva era en este país, tal como Su Majestad lo hubiera querido. Que viva el rey”.

El deterioro de la salud de Isabel II se aceleró en los últimos días. El martes recibió al primer ministro dimisionario, Boris Johnson, y a Truss, en su castillo escocés de Balmoral, renunciando por primera vez en su largo mandato a celebrar este acto protocolario en Londres, para evitar un viaje de 800 kilómetros. La foto del encuentro desató preocupación: la reina se veía muy delgada, y con las manos amoratadas.

En las primeras horas del jueves, la Casa Real anunció que sus médicos estaban “preocupados por la salud de su majestad y recomendaron que permanezca bajo vigilancia médica” en Balmoral. Hasta ahí viajaron inmediatamente sus hijos y nietos, incluido el príncipe Enrique.

Lo que viene

Los funerales de Isabel II estaban perfectamente detallados desde hace al menos seis décadas en el operativo denominado London Bridge, que fue supervisado en los últimos años por la reina en persona. El organigrama contempla la participación activa, en las exequias de la soberana, de algunos de los estamentos más relevantes del país: gobierno, Iglesia anglicana, fuerzas armadas, policía y medios de comunicación. El plan, que se mantuvo hasta hace poco en secreto y que responde a los lineamientos del afamado protocolo británico que se aplica en eventos excepcionales, preveía incluso el traslado del cuerpo de la reina al Palacio de Buckingham si fallecía en otra de sus residencias, como así ha sucedido.

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Los restos de Isabel II serán trasladados al Palacio de Bu- ckingham preferentemente en ferrocarril, aunque el desplazamiento también se podría realizar vía aérea. El féretro será recibido en Londres por la primera ministra acompañada de los miembros del gobierno.

Las exequias de Isabel II arrancaron con una llamada del secretario privado de la reina a la jefa del Ejecutivo británico en la que pronunció la frase clave: London Bridge is down (el puente de Londres ha caído), confirmando veladamente la triste noticia.

Nada más se produjo el deceso de la reina, se procedió a comunicar la noticia a los 15 países de la Commonwealth de los que era soberana y al resto de los más de 50 países que integran la Mancomunidad Británica de Naciones. Inmediatamente, se informó a nivel internacional a jefes de Estado, primeros ministros y Casas Reales. Desde el fallecimiento, las banderas del Reino Unido ondean a media asta y se han disparado salvas de saludo en todos los cuarteles británicos. En Estados Unidos, las banderas de la Casa Blanca y el Capitolio también fueron puestas a media asta en señal de respeto.

Los funerales de Isabel II se prolongarán durante 10 días, una vez que su cuerpo llegue a Bu- ckingham. Está previsto que al sexto día de su fallecimiento se abran las puertas del palacio londinense para que el pueblo británico rinda su particular homenaje, junto a los mandatarios extranjeros que quieran expresar sus respetos. El velorio permanecerá abierto al público 23 horas al día durante tres jornadas consecutivas, porque se espera una participación multitudinaria de los británicos que en su mayoría sentían auténtica devoción por la reina. Después se llevará a cabo el funeral oficial en la Abadía de Westminster, el cual iniciará con dos minutos de silencio en todo el Reino Unido tras la declaración de día de luto nacional. Más tarde el féretro será trasladado a la Capilla de San Jorge, en el castillo de Windsor, donde la familia y los más allegados participarán en una misa solemne. Isabel II será enterrada junto a su marido, Felipe de Edimburgo, en la Capilla conmemorativa del rey Jorge VI, en el mismo castillo.

Ayer la BBC interrumpía sus emisiones para anunciar, con sus presentadores enlutados, el agravamiento del estado de salud de Isabel II. Era el anticipo del fatal desenlace que se produciría horas después.

Fuente: https://www.eluniversal.com.mx

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