El presidente ruso, Vladímir Putin, ha lanzado una advertencia contundente a Europa al anunciar la producción en serie de una nueva generación de misiles hipersónicos, el Oréshnik, que pueden alcanzar las principales capitales europeas en cuestión de minutos. Durante una reunión con representantes del Ministerio de Defensa y la industria militar, Putin afirmó que “nadie en el mundo tiene por ahora dicho armamento”, destacando la importancia de contar con esta tecnología avanzada.
La reciente ofensiva en Ucrania, donde se utilizó el misil Oréshnik, fue presentada por Putin como un “garante de la integridad territorial y de la soberanía de Rusia”. Sin embargo, su mensaje se dirigió principalmente a Estados Unidos y a sus “satélites europeos”, en respuesta al apoyo militar que reciben de occidente, permitiendo a Ucrania utilizar misiles de largo alcance contra Rusia.
Putin desestimó las afirmaciones estadounidenses de que el nuevo misil es meramente experimental, revelando que la producción en serie ya está “prácticamente organizada” y que el Oréshnik, con una velocidad de 2,5 a 3 kilómetros por segundo, es indetectable por los sistemas antimisiles enemigos. “Los resultados de su empleo serán comparables a los del armamento estratégico”, agregó.
El presidente ruso enfatizó que, aunque el Oréshnik no es un arma de destrucción masiva, su alta precisión y alcance de varios miles de kilómetros lo convierten en una amenaza significativa para Europa. El comandante de las fuerzas estratégicas rusas, Serguéi Karakáev, también advirtió que el nuevo armamento puede golpear objetivos en toda Europa, sugiriendo que su uso masivo sería comparable al de armas nucleares.
La televisión estatal rusa ha comenzado a especular sobre el tiempo que tardaría el Oréshnik en alcanzar ciudades como Londres, París y Berlín, mientras que Alemania ha rechazado permitir el uso de sus sistemas Taurus contra territorio ruso.
Putin también anunció planes para probar otros sistemas hipersónicos, describiéndolos como “las armas del futuro”, y reiteró la necesidad de reanudar la producción de misiles de corto y medio alcance en respuesta a la retirada de Estados Unidos del tratado INF en 2019. Esta semana, el Kremlin promulgó una nueva doctrina nuclear que permite respuestas nucleares a ataques convencionales, aumentando la tensión en el panorama geopolítico actual.