Editorial… Sobre cuando la crítica municipal esconde vacío y machismo

La reciente confrontación entre el Alcalde de San Luis Potosí, Enrique Galindo Ceballos, y figuras políticas como la Senadora Ruth González Silva y la Diputada Sara Rocha Medina, trasciende una mera disputa sobre obras viales. Revela un preocupante cóctel de autoritarismo municipal, desdén hacia las mujeres en política y, sobre todo, una clamorosa ausencia de gestión capaz de responder a la ciudadanía.

Las declaraciones de la Diputada Rocha Medina, lejos de ser un simple alegato partidista, apuntan al núcleo de una crisis de liderazgo. Al señalar que “los vacíos en la política y en la vida, siempre se llenan”, pone el dedo en la llaga de una administración municipal que parece caracterizarse precisamente por su vacío: vacío de planeación urbana seria, vacío de proyectos integrales y sostenibles, vacío de trabajo efectivo que solucione los apremiantes problemas de la capital. Que una legisladora estatal, y dirigente priista, denuncie públicamente esta “omisión y ausencia”, prefiriendo el Alcalde “los viajes y el aplauso fácil” al trabajo arduo, es una acusación grave que Galindo no puede eludir con simples descalificaciones.

Precisamente, es en el tono y la forma de las críticas del Alcalde hacia la Senadora González Silva donde surge la segunda herida profunda. La exigencia de Rocha Medina de detener la “violencia política de género” ejercida por Galindo no es un término menor. Cuando un alcalde, desde una posición de poder, cuestiona públicamente a una legisladora mujer con un lenguaje que, según la denuncia, “minimiza su papel” y se basa en el “protagonismo y la soberbia”, está traspasando la línea de la crítica política legítima para adentrarse en un terreno tóxico y discriminatorio. La política potosina, y mexicana, tiene una larga y vergonzosa historia de utilizar estereotipos y descalificaciones personales para socavar la autoridad de las mujeres. Que la máxima autoridad municipal incurra, aunque sea implícitamente, en estas prácticas, es una señal alarmante de retroceso y una falta de respeto a la investidura y al trabajo de todas las mujeres en la vida pública.

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La advertencia de Rocha Medina es clara y justa: “Las mujeres potosinas no podemos permitir actitudes de esta índole”. Y tiene razón. La lucha contra la violencia política de género no es un eslogan; es una exigencia democrática fundamental. Galindo Ceballos tiene la obligación de rectificar su tono y garantizar que sus críticas, sean cuales sean, se centren en los argumentos y los hechos, nunca en la condición de género de su interlocutora.

Sin embargo, el trasfondo más grave, como bien señala la Diputada, es la desatención a la ciudadanía. San Luis Potosí capital “nos necesita a todos”, grita Rocha ante una autoridad percibida como ausente. La invitación a sumar esfuerzos – “si la administración municipal no es capaz de atender, bienvenida la ayuda” – es un reconocimiento desesperado de la incapacidad actual para resolver necesidades básicas. Es una crítica demoledora: el Alcalde gasta energías en conflictos estériles y viajes, mientras la ciudad clama por soluciones que no llegan.

Este episodio no es un simple rifirrafe político. Es la manifestación de un estilo de gobierno que combina autoritarismo en las formas, machismo en el trato a las mujeres opositoras y un vacío palpable de gestión eficaz. Galindo Ceballos debería escuchar menos los aplausos efímeros y más el clamor de su ciudad. Debería abandonar la soberbia, respetar la investidura de las legisladoras y, sobre todo, gobernar. Porque, como advierte Rocha, los vacíos de poder y de respuesta ciudadana, tarde o temprano, encuentran quien los llene. Y San Luis Potosí no puede darse el lujo de esperar.

editorial@revistapuntodevista.com.mx

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