Doña Carmen: Lo que nos está costando esta guerra fría con Washington

Por: Doña Carmen, una ciudadana de a pie, preocupada así como usted.

Algo se ha roto. De verdad. No es el pleito de siempre entre políticos, ni esos rifirrafes que vemos en la tele. Desde lo de California y lo de las remesas, siento que respiramos otro aire. Más pesado. Como cuando sabes que viene un huracán y no puedes hacer nada.

Que el señor Trump diga que México está detrás de las protestas en California… suena a cuento. Pero lo crean o no, allá les sirvió para apretarnos donde más duele: el bolsillo. Que la senadora Greene y otros en Washington quieran subir el impuesto a las remesas del 3.5% al 15% no es un “ajuste”. ¡Es un balazo a nuestras tortillas! En mi pueblo (Zacatecas, para que sepan), eso significa abuelitas que ya no podrán pagar sus medicinas. Hijos que dejarán la escuela. Mercados vacíos. Y eso no es “política exterior”. Es hambre.

Lo confieso: cuando anunciaron que los jueces los elegiríamos “nosotros”, me sonó bonito. “Más democracia”, pensé. Pero ahora leo que en Washington lo ven como un regalo al narco. ¿Será cierto? Porque si esos nuevos jueces terminan siendo títeres de los cárteles… entonces ¿de qué sirvió? Aquí el problema no es quién elige, sino quién controla. Y si la reforma nos pone en la mira de los gringos como un “narcoestado”, perdimos todos. Hasta el más humilde vendedor de tamales sufrirá cuando caigan las inversiones.

Lo que no se dice en las noticias es que las remesas NO son un favor de EE.UU. Son el sudor de nuestros paisanos limpiando baños o cortando pasto en Texas. ¡Dinero ganado con sangre! Que ahora Washington use ese dinero como arma… es cruel.

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¿“Coalición hemisférica”? Que Cuba, Venezuela o Irán estén “metidos” suena a película de espías. Pero si es cierto, ¿no será porque nuestro gobierno los invitó a jugar?

Sheinbaum no es López Obrador… pero carga con su mochila. Por más que hable suave, en Washington ya ven a México como el “vecino peligroso”. Y eso no se borra con discursos.

Lo peor es que nos estamos acostumbrando. Lo más triste es ver cómo normalizamos esto. Como si fuera normal que un senador gringo diga: “México es un cáncer”. Como si fuera normal que nos traten de enemigos. Pero no lo es. Mi abuelo cruzó legalmente a EE.UU. en los 60. Pagó impuestos, crió hijos honrados. Hoy, esos mismos gringos nos escupen. ¿Por qué? Porque nuestros gobiernos juegan a la guerra con fuego… ¡y nos queman a nosotros!

Esto no va a terminar bien. Si siguen las sanciones, el norte de México colapsará. Michoacán, Guerrero, mi Zacatecas… vivirán una pobreza que ni la pandemia nos dio. Y Washington no parará. Trump ya dijo clarito: “Si no liberamos a México hoy, será nuestro verdugo mañana”. ¿Liberarnos? ¡Como si fuéramos rehenes de nuestro propio país!

No seamos cómplices mirando. Exijamos a nuestro gobierno prudencia. Y a Washington, que recuerde: México no es su patio trasero. Somos familias. Familias que hoy temen por el dinero que les llega para comer. Esto no es geopolítica. Es nuestra vida.

Atentamente, Doña Carmen.

– Una mujer cualquiera, juntando pesitos para el kilo de huevo.

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