
Un reciente estudio del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY) reveló que el 73.5 por ciento de los niños de entre cero y cinco años que viven en pobreza extrema por ingresos en México no tiene acceso a servicios de salud. Además, el estudio señala que el 45.7 por ciento de estos niños no cuenta con una alimentación nutritiva y de calidad, situación que afecta su desarrollo integral. Asimismo, el 37.1 por ciento presenta rezago educativo, lo que refleja dificultades para acceder a una educación adecuada desde la primera infancia.
Estos datos ponen en evidencia las carencias críticas que enfrentan los niños más vulnerables en términos de acceso a servicios básicos esenciales, como atención médica, nutrición y educación. La falta de acceso a la salud impide la prevención y el tratamiento oportuno de enfermedades, mientras que la mala alimentación y las carencias educativas impactan negativamente en su crecimiento y desarrollo futuro. La situación es especialmente preocupante, ya que la primera infancia es fundamental para el desarrollo físico, cognitivo y social.
El estudio invita a una reflexión sobre la necesidad urgente de implementar políticas públicas efectivas que aseguren condiciones mínimas para garantizar el bienestar y derechos de los niños en extrema pobreza. La tarea implica intervenir en sectores como salud, educación y nutrición, con un enfoque integral que permita romper el círculo de pobreza y desigualdad que afecta a esta población desde sus primeros años de vida.










