Editorial… Sobre ¿Cómo es eso de que no hay nada que festejar?

Cada septiembre se repite la frase amarga: “no hay nada que festejar”. Como buenos mexicanos no podemos más que contradecirla con todo el corazón. Porque sí hay mucho que celebrar, incluso en medio del dolor, incluso cuando las tragedias parecen nublar la esperanza.

Es cierto: Hoy México está azotado por la violencia que cada día cobra vidas inocentes, por la corrupción que carcome instituciones, por los malos políticos que se sirven del poder en lugar de servir al pueblo. No podemos cerrar los ojos ante esa realidad, porque duele y porque indigna.

Pero hoy festejamos, primero que nada, haber nacido en esta tierra bendita llamada México. Haber abierto los ojos en un país que tiene mares de dos azules distintos, montañas que parecen tocar el cielo y desiertos que laten con vida propia. Respirar aquí es un privilegio.

Festejamos también que somos un pueblo que nunca se rinde. Hemos visto temblores que derriban edificios y levantan almas, huracanes que arrasan costas y despiertan la solidaridad, explosiones y tragedias que duelen en el pecho, pero que jamás logran apagar la sonrisa ni la mano extendida hacia el otro.

Festejamos que México vive en la solidaridad de su gente, en la sonrisa compartida en medio de la desgracia, en la capacidad de volver a empezar una y otra vez. Somos un pueblo que sabe llorar junto, pero también reír, cantar y gritar con orgullo: ¡Viva México!

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Septiembre duele mucho, sí. Es un mes de memorias dolorosas, de pérdidas, de heridas abiertas. Pero septiembre también nos llena de orgullo. Es el mes de la bandera ondeando, de los gritos que se sienten en la piel, del recordar que aquí nació nuestra identidad, nuestra rebeldía y nuestra esperanza.

Sería injusto negar todo lo que sí nos hace fuertes, todo lo que sí vale la pena festejar. Festejamos haber nacido en la tierra más hermosa del mundo, donde conviven mares, selvas, montañas y desiertos. Festejamos la cultura, la lengua, la música y la comida que nos distinguen en cada rincón del planeta.

No, no aceptemos que “hoy no hay nada que festejar”. Lo hay y lo habrá siempre: la vida, la patria, el orgullo de ser mexicanos. Festejar no es negar el dolor, es enfrentarlo con la frente en alto y con el corazón puesto en el futuro.

Porque si algo hemos demostrado los mexicanos es que sabemos levantarnos, una y otra vez, con más fuerza, con más alegría, con más amor por esta tierra que nos da tanto.

¿Cómo es eso de que no hay nada que festejar? ¡Claro que lo hay! !VIVA MÉXICO!

editorial@revistapuntodevista.com.mx

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