
¿Vieron lo que hizo la señora delegada del Bienestar en la Huasteca? ¡Se le subieron los humos a la cabeza más rápido que el agua de las recientes inundaciones! Resulta que la funcionaria Griselda Mezquida Saldaña se enojó porque la grababan mientras repartía apoyo ¡Como si estuviera repartiendo limosnas de su bolsillo y no recursos del pueblo!
El escándalo tuvo tres actos, como telenovela de mediodía. En el primero, ciudadanos afectados por las inundaciones reclamaron que había personas que no sufrieron daños, pero recibieron ayuda, mientras familias verdaderamente damnificadas seguían esperando. Nada nuevo bajo el sol: el mismo cuento de siempre, el recurso llega, pero no a quien debe llegar.
En el segundo acto, un valiente sacó su celular para grabar —bien hecho, porque el pueblo tiene derecho a documentar lo que se hace con sus impuestos—. Pero a la delegada no le gustó ser retratada en plena incomodidad. Gritó que “vulneraban su privacidad”. ¿Privacidad en un acto público? ¡Si hasta el altar de muertos es más discreto!
En el tercer acto, la delegada, más alterada que comadre en bingo tramposo, ordenó a su equipo que “le ayuden con ese asunto” y amenazó con suspender el evento si seguían grabando. En otras palabras: “O me dejan trabajar en la opacidad, o no hay ayuda”. ¡Qué elegancia la de Francia!
Y lo grave no es el berrinche, sino el mensaje: que la transparencia les estorba, que los cuestionamientos les irritan y que prefieren repartir entre silencio y opacidad. Ya lo decía mi abuela: “El que nada debe, nada teme; pero el que esconde, algo podrido tiene”.
No es la primera vez que esta delegada actúa con prepotencia. Parece que confunde el servicio público con el reinado de una kermés. Pero que no se engañe: la Huasteca no se calla. Los ciudadanos tienen memoria, celulares y, sobre todo, dignidad.
Y aunque hoy les grite y les esconda los apoyos, llegará el día en que la rendición de cuentas le toque a ella y entonces no habrá grito que la salve.
¡Que vivan los que sirven con humildad, y que se acaben los que gobiernan con altanería!
Con el mantel tendido y los ojos puestos en esa funcionaria que le huye a la luz,
Doña Carmen
Ciudadana que prefiere transparentar el agua sucia antes que esconderla bajo la alfombra.










