Pero no solo eso, sino también inmiscuido en el grupo político de Xavier Nava.
Más aún: está involucrado en las campañas políticas que este último ha emprendido desde que era un lambiscón de la familia Gallardo.
Ingenuo, inocente, o cínico, Nava Noriega quiere que se le tome como un periodista serio cuando solo ha usado su pluma para tratar de afectar a un grupo político para favorecer a otro.
Si así como ataca al gallardismo fuera también mínimamente crítico con la corrupción, el nepotismo, y la violencia política del neo-navismo, quizá merecería el beneficio de la duda.
Pero sucede que no: el silencio, el encubrimiento, y el solapamiento de muchas irregularidades documentadas de la gestión de Nava Palacios es lo que ha hecho todo el tiempo el “reportero” Nava
Como un periodista de consigna, a sueldo, o bajo interés del neo-navismo corrompido, se la pasa publicando una y otra vez la misma serie de especulaciones.
Sin el mínimo sustento de autoridad alguna, sin dar la palabra ni espacio a quienes ataca, practica un periodismo tendencioso, amañada, difamatorio.
Dice que no se le desmienten sus “pruebas” o “documentos”, cuando son solo especulaciones y refritos de viejas publicaciones.
Se queja de que la Fiscalía General de la República no actúa. Y así es: tampoco han actuado las contralorías municipales, estatales o federales. Será porque no hay pruebas de lo que Nava Noriega presupone, prejuzga, y enjuicia.
Mal se ve así la revista Proceso prestando sus páginas a alguien que no actúa como periodista, sino como político al servicio de un grupo que disputa el poder en la entidad potosina.
¿Es tal la crisis de ese semanario que no cuenta entre su plantilla con un investigador serio que haga un trabajo imparcial? Alguien que al menos dé la palabra a las diversas versiones y partes involucradas.
Lo que Nava Noriega llama “pruebas” no son sino una serie de deducciones subjetivas que a través de los años ninguna autoridad (ni municipal, ni estatal, ni federal) han tomado en cuenta nunca.
Pero el periodista Nava no solo actúa parcialmente a favor de su primo Xavier Nava Palacios.
También lo hace para un empresario, Miguel Maya, que usa su portal Astrolabio no para informar a la comunidad, sino para promover las ambiciones políticas de su familia, embarrando en esas ambiciones hasta a una de sus hijas.
Decía el fundador de la revista Proceso que al periodista lo avalan los hechos, que sin ellos está perdido. Y eso, hechos, sustento, es lo que no tienen los trabajos de Jaime Nava Noriega.