¡Ave María Purísima! ¿Ya oyó usted lo que salió a decir el señor Juan Antonio Villa, el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, sobre el joven estudiante asesinado? ¡Se me enchina la piel de solo recordarlo!
Resulta que en lugar de asumir responsabilidades, el señor funcionario se pone a justificar lo injustificable. ¡Como si los delincuentes llevaran reloj checador! Que si el crimen fue “fuera del horario de clases”, que si su estrategia solo cubre “de 6 a 8 de la mañana y de 7 a 10 de la noche”… ¿Acaso la seguridad de nuestros jóvenes tiene horario de oficina?
¡Qué indignación más grande! ¿Desde cuándo la vida de un estudiante vale menos por ser después de las 10 de la noche? ¿O es que los criminales tienen permiso de actuar después de cierta hora?
Y luego se atreve a decir que la zona “no es de alta incidencia”…
¡Claro! Para ellos las estadísticas son solo números, pero para esa familia destrozada es su mundo entero hecho pedazos.
Lo que duele es ver cómo le lavan las manos…
Primero fue “fue un robo de vehículo”, luego “ya tenemos datos importantes”, y al final el cuento de siempre: “la seguridad es responsabilidad de todos”. ¡Pero si para eso les pagamos, para que protejan a nuestros hijos!
Con el corazón hecho trizas y las manos temblorosas,
Doña Carmen
Madre que llora con cada joven que perdemos en estas calles abandonadas.
