De Mendelssohn se ha reconocido que su talento de ejecutante es tan grande como su genio musical, pues apenas a sus 11 años ya había compuesto un trío para piano y cuerdas, una sonata para violín y piano, cuatro piezas para órgano, una opereta cómica en tres actos y una cantata, además de ejecutar el piano con maestría. La pieza que escucharemos y en la que Argentina Durán participó interpretando las partes del piano, Mendelssohn la escribió a los 21 años: su Primer Concierto para Piano en Sol menor (que compuso en la misma época que su famosa Sinfonía “Italiana”), aunque no fue el primero, pues a los 13 años ya había escrito un Concierto para piano en La menor y a los 14, uno para para dos pianos en La bemol Mayor.
En este Primer Concierto para Piano, Mendelssohn combina las exposiciones clásicas del solista y orquesta y por primera vez no encontramos el extenso tutti de apertura que expone los temas orquestales para preparar la entrada del piano; además los tres movimientos que lo conforman van unidos por fanfarrias rítmicas, lo que representó dos innovaciones notables para su época, abriendo nuevas posibilidades de construcción a otros compositores.
Luego vendrá una obra que musicólogos como Hans Redlich consideran musical y filosóficamente indivisible con las Sinfonías 2 y 3, nos referimos a la Cuarta Sinfonía, de Mahler, pues en ellas el compositor buscó reflejar el hallazgo en sus creencias religiosas “a través de la victoria del amor y el perdón sobre la duda y el miedo”. Tan es así, que entre 1893 y 1896 Mahler pensó en incluir la canción “Los gozos celestiales son nuestros” (inspirada en uno de los poemas de la antología “El cuerno mágico del doncel”) en su Tercera Sinfonía, aunque pronto lo descartó y prefirió convertirla en el último movimiento de su Cuarta Sinfonía (1900-1901).
Mahler dirigió el estreno mundial de su Cuarta Sinfonía, en Munich, con la Orquesta Kaim, el 25 de noviembre de 1901, pero como sucedió con otras de sus obras, no entró de lleno en el gusto del público y fue recibida con hostilidad, por lo que la abordó nuevamente y le hizo varias revisiones, la última de las cuales data de 1910. Mahler estrenó su versión definitiva en 1911 dirigiendo a la Orquesta Filarmónica de Nueva York, pocos meses antes de su muerte.
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