En este concierto fue presentado por la Secretaría de Cultura de San Luis Potosí, la OSSLP que inició con un homenaje musical a la naturaleza, al interpretar el primer movimiento de la Sexta Sinfonía, de L.V.Beethoven, conocida como “Pastoral”; pieza en la que el Genio de Bonn da un título descriptivo a cada movimiento que la integra -además del definido usualmente por las distintas velocidades para su ejecución; que en este caso sería Allegro ma non troppo-. Así, el primer movimiento, que podría traducirse como: “Apacibles sentimientos que despierta la contemplación de los campos”, será interpretado por la OSSLP en este concierto de entrada libre, adentrando a los asistentes en una atmósfera evocativa a la apreciación del paisaje rústico, envolviéndonos en un sentimiento acogedor de indiscutible belleza sonora.
Caben mencionar dos coincidencias entre las primeras obras que integran este programa y sus autores: además de describir con sonido el paisaje que les da nombre a sus piezas, ambos músicos compusieron parte de su acervo más conocido tras quedarse sordos: Beethoven (que empezó a reconocer su sordera en cartas en 1801, y que para muchos investigadores marca paradógicamente el periodo de madurez creativa del músico alemán al incluirse aquí desde la segunda sinfonía, hasta su ópera “Fidelio” y conciertos para violín y piano, por mencionar algunos); y el checo Bedrich Smetana, quien realizó parte de “El Moldava”-segundo de los seis poemas sinfónicos que integran “Mi Patria”- tras quedarse sordo, y que además de ser el aporte nacionalista del autor, esta pieza que describe el curso del río Moldavia es una de las obras más conocidas del autor en occidente.
De uno de los tres grandes del barroco –además de Bach y Vivaldi-, es decir, Georg Friedrich Händel escucharemos “Hornipipe” (Andante), una de las piezas agrupadas con el título genérico de “Música Acuática” y que se incluye en la primera de las tres suites. Se cuenta que estas piezas se crearon para ambientar una espectacular fiesta sobre el río Támesis organizada por el rey Jorge I de Inglaterra el 17 de julio de 1717; de ahí su nombre.
Para adentrarnos a la opulencia y belleza de nuestra tierra, la OSSLP eligió interpretar piezas ya consagradas del repertorio sinfónico mexicano y además de dar cabida a trabajos de jóvenes compositores que buscan un lugar en la creación orquestal de nuestro país. Así, se escuchará el último de los poemas sinfónicos escrito por el duranguense Silvestre Revueltas: “Sensemayá” que, inspirado en versos del poeta Cubano Nicolás Guillén y donde se ilustra musicalmente el ritual pagano de Cuba de matar una serpiente; se ha convertido en paradigma de la complejidad rítmica y punto culminante de la producción musical de Revueltas.
Luego, la OSSLP interpretará el arreglo sinfónico que el joven compositor Jesús Flores García realizó de “Xochipitzáhuatl” (flor menudita), danza ritual y religiosa náhuatl en honor a la Madre Tierra y donde se muestra como unidad inseparable la concepción de la vida y la muerte.
Uno de los trabajos más interpretados como arreglista y orquestador de Mateo Oliva es la “Suite de Lara”, pieza originalmente escrita para ejecutarse por la American Symphony Orchestra en el Lincoln Center, de Nueva York, y que permite apreciar la riqueza sonora de canciones emblemáticas del Flaco de Oro con los arreglos sinfónicos realizados por el músico nacido en Naolinco, Veracruz.
En este concierto, que marca el retorno de la OSSLP a Tamazunchale tras casi 14 años de ausencia, la OSSLP nos compartirá una pieza ampliamente interpretada a nivel mundial desde su estreno en 1994, el Danzón no. 2, de Arturo Márquez. Pieza inspirada en la tradición urbana popular con sugerentes y sensuales timbres propios de los bailes de salón, fusionado con la elegancia de la música académica, ubicándose como un clásico del repertorio latinoamericano.
Para cerrar este programa, la OSSLP interpretó la obra cumbre del nacionalismo mexicano: el “Huapango”, de Moncayo, pieza en la que José Pablo no solo reúne, sino reelabora y transforma tres huapangos de Alvarado, Veracruz: “El Siquisirí”, “El Balajú” y “El Gavilancillo” y que, adherezado con otros cuantos compases de sones de la región, muestra en apogeo el son jarocho, elevando el mexicanismo a una categoría de arte universal.