SAN LUIS POTOSÍ, MÉXICO.- La reciente disputa por la dirección de la Facultad de Derecho de la UASLP reveló un problema más profundo que un desacuerdo administrativo: la incapacidad institucional para escuchar a su comunidad y para frenar la injerencia política en sus decisiones.
El Consejo Técnico había devuelto una primera terna debido a objeciones claras contra los aspirantes. Estudiantes y docentes cuestionaron sus presuntos vínculos políticos y la impresión de que buscaban un “hueso” antes que un proyecto académico sólido. Sin embargo, contra toda lógica, la segunda propuesta reincidió en presentar exactamente los mismos tres nombres, como si la devolución inicial no hubiera sido una advertencia contundente.
Este reciclaje de candidatos desató molestia no solo por la insistencia institucional, sino por el mensaje que envía: las inconformidades de la comunidad pesan menos que preservar acuerdos internos. ¿Para qué promover debates, emitir oficios o abrir espacios de deliberación si, al final, la terna vuelve a aparecer intacta? El procedimiento termina pareciendo una simulación de participación, donde la forma se cumple, pero el fondo permanece intocado.
La tensión aumentó tras el reclamo de la académica Leticia Lastras, quien denunció que la Defensoría Universitaria se negó a recibir su queja por carteles ofensivos colocados en la Facultad. El asunto se llevó al Consejo, donde se discutió la supuesta extemporaneidad del escrito, la actuación de la Defensoría y la forma en que la institución enfrenta episodios de violencia simbólica. El debate terminó por evidenciar algo mayor: los mecanismos internos no están respondiendo ni con oportunidad ni con transparencia.
En conjunto, el panorama muestra a una Universidad atrapada entre sus propias reglas y las resistencias que la frenan. La comunidad exige claridad, pero las decisiones siguen tropezando con la misma piedra. La UASLP necesita más que procedimientos; requiere voluntad de cambio. Mientras las ternas continúen repitiéndose como fórmulas inevitables, crecerán el descrédito y la incertidumbre en la institución.
