La Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP) volvió a ser escenario de protestas estudiantiles, luego de que una alumna con discapacidad motriz denunciara haber sido agredida física y verbalmente por la postdoctorante Mónica Elizama Ruíz Torres, durante la organización de un simposio académico.
La víctima relató que, tras no recibir apoyo institucional ni de docentes por motivo del paro estudiantil, tuvo que realizar los preparativos con ayuda de sus padres. Sin embargo, durante el evento, la académica la acusó de una supuesta mala organización y terminó sujetándola de los fierros de su silla de ruedas para impedirle avanzar, lo que la joven calificó como un acto de violencia y humillación.
“Durante todo el simposio me sentí pequeña, vulnerada, cansada y emocionalmente desgastada. He llorado mucho, se me vulneró como mujer con discapacidad. Se me retuvo físicamente, se me humilló y abusó de la autoridad. No puede ser que el ego académico sea tan grave que se priorice el protagonismo por encima del respeto y la dignidad”, denunció la estudiante, quien utiliza silla de ruedas.
El testimonio generó indignación entre la comunidad universitaria, que colocó pancartas dentro de la facultad denunciando acoso, discriminación y violencia académica, exigiendo sanciones inmediatas contra los agresores. “No más maestros violentadores” y “La discapacidad no se toca”, se leía en algunos de los mensajes escritos por sus compañeros.
La protesta también incluyó el reclamo de impunidad ante casos previos de hostigamiento y abuso por parte de docentes. Los estudiantes advirtieron que, de no haber una respuesta institucional clara, retomarán el paro de actividades como forma de presión.
Ante el creciente malestar, la Defensoría de Derechos Universitarios intervino para atender la denuncia y abrir un expediente sobre el caso. No obstante, la comunidad estudiantil exige que no se minimice el hecho ni se encubra a los responsables, ya que consideran que el caso evidencia un patrón de violencia estructural dentro de la facultad.
El silencio y la falta de acciones firmes por parte de las autoridades universitarias profundizan la crisis de confianza entre estudiantes y académicos. Mientras tanto, la joven agredida se mantiene firme en su denuncia, exigiendo justicia y respeto a su dignidad como mujer y persona con discapacidad.
