
Washington, Estados Unidos. El año que termina deja una profunda huella en la escena internacional: el regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, conflictos armados, decisiones inéditas en el Vaticano, operaciones militares controvertidas y desastres naturales que golpearon con fuerza a diversas regiones del planeta.
Desde su retorno a la Casa Blanca en enero, Trump impulsó una ofensiva proteccionista acompañada de expulsiones masivas de migrantes y el desmantelamiento de áreas clave del Gobierno federal bajo la consigna “America First”, aunque varias de sus medidas fueron frenadas por la justicia estadounidense.
En el ámbito religioso, el 8 de mayo, tras el fallecimiento del Papa Francisco, fue elegido Robert Francis Prevost, originario de Chicago, quien asumió como Papa León XIV, convirtiéndose en el primer estadounidense en encabezar la Iglesia Católica.
El escenario bélico también se intensificó. En junio, Israel lanzó un ataque sin precedentes contra instalaciones del programa nuclear iraní, lo que desató una confrontación de 12 días, con respuesta directa de Estados Unidos, que utilizó bombas rompebúnker en su ofensiva contra Irán.
En paralelo, Washington desplegó desde agosto una amplia presencia militar frente a costas de América Latina bajo el argumento de combatir el narcotráfico. El Pentágono bombardeó al menos 30 embarcaciones, con un saldo superior a 100 fallecidos, sin presentar pruebas concluyentes sobre cargamentos ilícitos, hechos que llevaron a la ONU y a líderes como el presidente colombiano Gustavo Petro a calificarlos como ejecuciones extrajudiciales.
Otro punto clave del año fue la crisis en Gaza, donde las presiones estadounidenses derivaron en un alto el fuego en octubre, permitiendo la liberación de rehenes israelíes y la entrega de ayuda humanitaria, aunque aún insuficiente según la ONU.
Mientras tanto, la Generación Z protagonizó protestas en regiones de América Latina, Asia y África, movilizaciones que derivaron en dimisiones gubernamentales en países como Nepal y Madagascar, y que en otros lugares fueron reprimidas con saldo de decenas de muertos.
Los intentos de paz entre Rusia y Ucrania continuaron sin éxito. Las posturas cambiantes de Trump entre Vladimir Putin y Volodymyr Zelensky complicaron el panorama, y aunque se presentaron propuestas, ninguna logró avances definitivos.
La tensión también alcanzó a Venezuela, donde Estados Unidos elevó a 50 millones de dólares la recompensa por información que lleve a la captura del presidente Nicolás Maduro, mientras la disidente María Corina Machado fue reconocida con el Premio Nobel de la Paz.
En el ámbito climático, el planeta enfrentó fenómenos devastadores. El huracán Melissa arrasó zonas del Caribe, mientras en Filipinas, Vietnam y otras regiones de Asia se registraron tifones, inundaciones y deslizamientos de tierra. Europa vivió incendios forestales sin precedentes y en Texas, el desbordamiento de un río dejó una tragedia con múltiples víctimas.
Así cierra un año marcado por decisiones que redefinieron el poder, conflictos que tensionaron la geopolítica mundial y emergencias humanitarias que recordaron la fragilidad del planeta frente a la violencia, la política y el clima.











