En la ciudad de Suzu y toda la prefectura de Ishikawa, Japón, la devastación se hizo evidente tras el terremoto de magnitud 7.6 del pasado lunes. El número oficial de muertos asciende a 84, con 79 personas aún desaparecidas, incluyendo un joven de 13 años. Las operaciones de rescate se ven desafiadas por la falta de suministros básicos en medio de una situación crítica.
Las autoridades locales informan que 48 de los fallecidos se encontraban en la ciudad de Wajima y 23 en Suzu, con 330 personas heridas, 26 de ellas de gravedad. La cantidad de visitantes debido a las festividades de Año Nuevo agrava la situación, mientras las operaciones de rescate se ven reforzadas por 3 mil 600 soldados enviados por el primer ministro Fumio Kishida.
A pesar de la eficacia histórica de Japón en casos de desastre, la escasez de agua, alimentos y mantas afecta a los evacuados. Las dificultades logísticas, como carreteras bloqueadas por deslaves y grietas, complican la distribución de ayuda en áreas como la península de Noto, epicentro del terremoto. La llegada de nevadas previstas para el fin de semana aumenta la urgencia de rescatar a posibles sobrevivientes.
Las réplicas continúan sacudiendo las áreas cercanas al epicentro, mientras las autoridades advierten sobre posibles nuevos temblores y tsunamis. La evacuación a zonas más seguras está en consideración, y aunque no se reportan problemas en las centrales nucleares, la situación sigue siendo delicada.
