El pasado 28 de abril, Francisco Oropesa Pérez-Torres, originario de México, protagonizó un trágico episodio de violencia que dejó sin vida a cinco personas hondureñas, incluyendo a un niño de ocho años.
Según el Buró Federal de Investigaciones (FBI), Oropesa estaba en el patio de su casa realizando disparos al aire con un rifle cuando su vecino, Wilson García, se acercó a pedirle que se detuviera debido al ruido que perturbaba el sueño de su bebé.
Oropesa se enfureció ante la petición y lanzó amenazas como respuesta. La familia de García llamó a la policía, pero las autoridades no llegaron a tiempo. Entre 10 y 20 minutos después, Oropesa tomó un fusil AR-15 y entró con violencia a la casa de García, donde ejecutó al hijo de este, a su esposa y a tres personas más.
Dos de las personas asesinadas protegieron a dos menores de edad, también hijos de García, del ataque. Escondieron al bebé de un mes y a una pequeña de dos años en montañas de ropa para que Oropesa no les hiciera daño.
Cuando los agentes de la policía llegaron al lugar, Oropesa ya había escapado. Después de tres días de búsqueda, en la que han participado cerca de 200 elementos, el sujeto no ha sido localizado. El FBI anunció una recompensa de 80 mil dólares a quien brinde información que ayude a capturarlo.
Durante las investigaciones, se reveló que Oropesa se encontraba en Estados Unidos de manera ilegal y que había sido deportado cuatro veces desde 2009. Según testimonios de vecinos, este sujeto ya había mostrado un comportamiento errático mientras utilizaba armas de fuego en años anteriores.
La masacre ha causado indignación en la comunidad internacional y ha puesto en entredicho la seguridad en la región. Las autoridades mexicanas han expresado su compromiso de llevar ante la justicia al responsable de este crimen.
