Clase media desaparece en Venezuela

Aristóteles, en su obra La Política, plantea la existencia de una clase media fuerte y estable como garantía de estabilidad, concordia civil y libertad en la ciudad, pues así se evita el predominio de facciones extremas caracterizadas por su riqueza o por su pobreza: “Cuando uno de esos grupos toma el poder se forma una ciudad de amos y esclavos, no de hombres libres”.

Hoy en día, tenemos una vasta literatura que subraya el papel esencial de la clase media para promover tanto el desarrollo económico de los países, como la aparición y consolidación de los sistemas democráticos.

La democracia venezolana, nacida en 1958, tuvo como uno de sus principales objetivos la ampliación de la incipiente clase media que se venía fraguando en Venezuela durante las primeras décadas del siglo XX.

Según el politólogo Guillermo Tell Aveledo, investigador y Decano de la Facultad de Estudios Jurídicos y Políticos de la Universidad Metropolitana de Caracas, “la democracia venezolana de la segunda mitad del siglo XX se empeñó en crear una equilibrada sociedad de clase media. Por ello, promovió de manera extraordinaria programas de salud, educación y vivienda, los cuales, aunque no alcanzaron por completo sus objetivos, ampliaron de forma notoria la clase media venezolana”.

Abrupta reducción de la clase media venezolana

En las últimas décadas, Venezuela no solo ha ido perdiendo su democracia sino también su clase media. Estudios recientes muestran que, luego de haber llegado a ser una de las más amplias y robustas de América Latina, hoy en día, la clase media venezolana apenas alcanza una décima parte del tamaño que tenía hace una década, siendo además la más pobre de la región.

En el estudio “La clase media en Venezuela”, publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en el año 2021, se señala que, independientemente de la definición de clase media que se utilice, en los años recientes se ha dado una reducción abrupta del tamaño de la clase media venezolana, además de una erosión sostenida de sus ingresos.

Si se toma la definición absoluta de “seguridad económica”, según la cual pertenece a la clase media aquel que tiene una baja probabilidad de caer en pobreza, en Venezuela la clase media pasó de constituir el 62 por ciento de la población, en el 2010, a representar solo el 15,5 por ciento, en el 2020.

Si se opta por medir la clase media como aquella franja que está entre los no-ricos (menos de 50 dólares per cápita por día) y la de no-pobres (por encima de la línea oficial de pobreza moderada del país), este estudio de la consultora Anova publicado por el BID señala que la clase media venezolana habría pasado del 72 por ciento de la población, en 2010, a constituir solo un 5,3 por ciento, en el 2020.

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Respecto a los ingresos de la clase media, el estudio de Anova afirma que, entre los años 2010 y 2020, con excepción del estrato más rico de Venezuela, todos los demás vieron caer de forma pronunciada sus ingresos reales por debajo de la caída promedio de la economía:

“Una familia venezolana perteneciente a esta franja de ingresos (clase media) pasó de ganar aproximadamente 830 USD al mes, en 2012, a ganar 195 USD al mes, en 2020, lo cual implica una caída de cerca de 77 por ciento en sus ingresos familiares per cápita.”

En Venezuela, se da una correspondencia clara entre la merma de la clase media y un amplio proceso de la expansión de la pobreza. Dentro de los ejemplos más dramáticos e ilustrativos de la vulnerabilidad y caída de la clase media venezolana hacia los estratos inferiores está el caso de los profesores universitarios.

De acuerdo con los datos de la Encuesta Enobu 2021, del Observatorio de Universidades, “en el año 2001, en Venezuela, un profesor titular ganaba alrededor de 2 mil 400 dólares. En 2021, ese mismo profesor obtiene 11 dólares mensuales por su trabajo… Mientras que, en México y hasta en Nicaragua, los sueldos en el mayor escalafón varían entre los 1.000 y los 2.000 dólares.”

Otros datos relevantes de la encuesta señalan que, en Venezuela, el 84 por ciento de las familias de los académicos universitarios reciben ingresos familiares menores a 100 dólares mensuales; el 30 por ciento de los docentes universitarios tienen ingresos familiares de 1 a 10 dólares mensuales; el 35 por ciento de los profesores universitarios mayores de 60 años come menos de tres veces al día; el 93 por ciento de los docentes tienen dificultades para poder adquirir sus medicamentos; y el 70 por ciento de las profesoras universitarias llevaba, en ese momento, entre 1 y 3 años sin realizarse un examen médico de rutina.

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