La población de Israel, el país con el mayor índice de contagio de coronavirus en estas dos últimas semanas, volvió a confinarse este viernes, precisamente cuando se inicia la temporada de las fiestas judías, lo que genera descontento en gran parte de sus habitantes.
“El sistema de salud ha sacado la bandera roja” declaró el primer ministro, Benjamin Netanyahu, para justificar este segundo confinamiento general, que entró en vigor a las 14:00 horas locales (11:00 GMT) de este viernes y por tres semanas.
La medida coincide con las fiestas de Rosh Hashaná (Año Nuevo judío, este fin de semana), Yom Kipur (día del perdón) y Sucot, que se celebra alrededor del 10 de octubre próximo.
Las autoridades impusieron la semana pasada un toque de queda a unas 40 ciudades del país, en particular en las ciudades árabes y judías ultraortodoxas, con la esperanza de frenar la propagación del virus.
Pero ello no ha impedido el aumento del número de casos, con hospitales y personal médico “desbordados”, pese a que en el primer brote de la enfermedad, el país había sido considerado ejemplar en su gestión sanitaria.
Entre el jueves por la noche y el viernes, el ministro de Salud registró 5,238 nuevos casos, algo nunca visto.
“Hemos hecho todo para intentar hallar un equilibrio entre las necesidades de salud y las necesidades económicas, pero somos testigos de una preocupante alza de contagios y de enfermos graves en estos dos últimos días”, dijo Netanyahu el jueves por la noche.
“¡Epidemia de mentiras!”
Mientras hablaba el primer ministro, centenares de manifestantes, con mascarillas sanitarias cubriéndose el rostro, se congregaron en Tel Aviv para protestar contra las nuevas medidas del gobierno
“¡Una epidemia de mentiras!”, se leía en una pancarta. “El confinamiento es injustificado”, afirmaba Tamir Hefetz, organizador de la manifestación. “Daña a la población y a la economía, genera desempleo y suicidios”, aseguraba.
“No se puede cerrar a un país de esta forma”, clamaba el viernes el Yediot Aharonot, el diario más vendido en Israel, que publica numerosas entrevistas de médicos, economistas o educadores, todos contrarios al reconfinamiento.
Netanyahu precisó que no dudaría en endurecer, si fuera necesario, las restricciones adoptadas.
El Estado no espera que los ciudadanos respeten el confinamiento tanto como lo hicieron el mes de marzo, escribe Amos Harel en el diario Haaretz.
“Al principio de la crisis, el pánico estaba en su nivel máximo. Seis meses más tarde, las cosas son un poco diferentes”, opina el periodista, que critica “la falta de pertinencia de las decisiones del gobierno: las instrucciones son complicadas, a menudo contradictorias y constantemente modificadas”.
El jueves por la noche, horas antes de la entrada en vigor del confinamiento, el gobierno autorizó finalmente los desplazamientos hasta a un kilómetro del domicilio, contra 500 metros inicialmente (y 100 metros en el primer confinamiento).
Las sinagogas, afectadas
Los israelíes podrán salir solamente para ir al mercado, a la farmacia o al trabajo, si se trata de una profesión considerada esencial.
Hay excepciones, como acudir a “funerales o a una circuncisión”, precisó el ministerio de Salud, que también impone restricciones en los lugares de culto.
Las sinagogas suelen estar llenas los dos días de Rosh Hashaná y sobre todo en Yom Kipur, pero este año los fieles solamente podrán orar en estas sinagogas en función del tamaño del edificio.
Por primera vez en su historia, la gran sinagoga de Jerusalén no albergará las celebraciones del Año Nuevo judío.
Los judíos ultraortodoxos han previsto manifestaciones el domingo por la noche contra la “injusticia” que según ellos están padeciendo, debido a las restricciones en los lugares de oración, pese a que las manifestaciones sí siguen autorizadas.
Fuente: https://www.eleconomista.com.mx