El FBI perdió las muestras de huellas dactilares que los detectives encontraron en el rifle hallado en el Depósito de Libros Escolares de Texas después de que el presidente Kennedy fuera asesinado en Dallas el 22 de noviembre de 1963, informa la página web del rotativo The Dallas Morning News citando nuevos archivos desclasificados.
En el momento de la investigación el mismo año del asesinato, los agentes del FBI y expertos invitados concluyeron que la huella de la palma de una mano extraída del cañón del rifle pertenecía a Lee Harvey Oswald.
Pero 15 años después, en julio de 1978, la agencia reveló que las huellas dactilares habían desaparecido en sus vastos archivos.
Durante décadas, el debate se ha centrado no solo en si Oswald actuó solo, sino en si el FBI y la CIA podrían haberlo detenido antes de que cometiera el magnicidio. Los documentos más recientes proporcionan una nueva prueba de que Oswald estaba en su punto de mira, ya que un memorando de la CIA de 1975 calificado como “alto secreto” muestra que Oswald estaba en una “lista de vigilancia” de personas cuyo correo fue interceptado entre el 9 de noviembre de 1959 y el 3 de mayo de 1960, y nuevamente desde el 7 de agosto de 1961 hasta el 28 de mayo de 1962.
La misma lista de vigilancia incluía a Francis Gary Powers, el piloto del avión espía U-2 derribado el 1 de mayo de 1960 en el cielo de la URSS, cuando volvía a Estados Unidos tras ser canjeado por un espía soviético. La CIA también abrió la correspondencia de Earl Browder, el jefe del Partido Comunista de los Estados Unidos, del dramaturgo Edward Albee, del famoso novelista John Steinbeck, y de una de las hijas de David Rockefeller, el presidente de Chase Manhattan Bank.
Otra revelación proviene de un memorando que data de julio de 1978 y fue cursado a un abogado en plantilla del Comité Selecto de la Cámara de Representantes sobre Asesinatos, un órgano creado en 1976 para investigar los asesinatos de John Kennedy y Martin Luther King. Según ese documento el FBI no pudo localizar las huellas dactilares originales obtenidas del rifle del francotirador encontrado en el sexto piso del depósito de libros escolares de Texas.
Los documentos sugieren que la Policía de Dallas envió las huellas dactilares originales al FBI, pero esas impresiones nunca fueron devueltas.
Un documento firmado por Jack Moriarty reza que George Foster, que dirigía la Unidad de Investigaciones del Congreso del FBI, afirmó que no conocía el paradero de las huellas, pero aseguró que la política de la Oficina era devolver los originales a la fuente.
El memorándum agrega que Foster admitió que encontrar las copias supondría un “gigantesco esfuerzo de investigación”.
Fuente: actualidad.rt.com