Manila, Filipinas.- El Presidente Ferdinand Marcos Jr. declaró este jueves el estado de emergencia nacional tras el devastador paso del tifón Kalmaegi, que ha dejado al menos 114 muertos, 127 desaparecidos y una profunda crisis humanitaria en las provincias centrales del archipiélago. Se trata del desastre natural más mortífero que Filipinas ha enfrentado en lo que va del año.
La mayoría de las víctimas falleció por ahogamiento durante inundaciones repentinas, mientras que la provincia de Cebú —la más afectada— reporta al menos 71 muertes, 65 desaparecidos y 69 heridos, según la Oficina de Defensa Civil. Otras 62 personas siguen desaparecidas en Negros Occidental, agravando el balance de la tragedia.
El tifón golpeó a casi 2 millones de personas y provocó el desplazamiento de más de 560 mil habitantes, incluidos 450 mil evacuados a refugios de emergencia. Autoridades locales describieron escenas dramáticas de residentes trepando a los techos de sus casas para evitar ser arrastrados por el agua mientras imploraban ser rescatados.
La declaración de estado de calamidad nacional permitirá al gobierno liberar fondos de emergencia, controlar precios para evitar especulación y acelerar la llegada de ayuda.
Pero las causas de la tragedia no se limitan al poder de Kalmaegi. La gobernadora de Cebú, Pamela Baricuatro, reconoció que la emergencia pudo haberse agravado por años de explotación de canteras, que provocaron taponamientos en los ríos, así como por proyectos de control de inundaciones deficientes o inexistentes.
Este señalamiento revive un escándalo nacional por corrupción en obras hidráulicas, que en los últimos meses ha detonado protestas ciudadanas en varias regiones del país.
A la tragedia del tifón se suma el reciente terremoto de magnitud 6.9 que azotó Cebú el 30 de septiembre, dejando 79 muertos y miles de viviendas dañadas. Muchas familias aún vivían en refugios improvisados cuando llegó Kalmaegi, aunque miles fueron trasladados a instalaciones más seguras antes de la tormenta.
El fenómeno también dejó consecuencias logísticas y económicas severas:
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3,500 pasajeros y conductores quedaron varados en casi 100 puertos por la suspensión de transbordadores y barcos.
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Al menos 186 vuelos nacionales fueron cancelados.
En medio de esta crisis, las autoridades advirtieron que otro ciclón que avanza desde el Pacífico podría convertirse en supertifón y golpear el norte del país la próxima semana, lo que pone a Filipinas —uno de los lugares más vulnerables del mundo ante desastres naturales— ante un nuevo riesgo inminente.
