La huida del presidente sirio, Bashar al Assad, este domingo, pone un dramático punto final a su intento de mantenerse en el poder durante casi 14 años, en medio de una brutal guerra civil que ha convertido a Siria en un campo de batalla entre potencias regionales e internacionales. La salida de Assad, de 59 años, contrasta con sus inicios como líder en el año 2000, cuando muchos lo veían como un reformador prometedor tras tres décadas de control férreo por parte de su padre, Hafez al Assad.
Desde el estallido de las protestas en marzo de 2011, Assad recurrió a tácticas represivas, utilizando al Ejército para bombardear ciudades controladas por la oposición, con el apoyo de aliados como Irán y Rusia. Organizaciones internacionales de derechos humanos han denunciado el uso generalizado de tortura y ejecuciones extrajudiciales en los centros de detención del gobierno, mientras que la guerra ha dejado casi medio millón de muertos y desplazado a 23 millones de personas, la mitad de la población del país.
A pesar de que el gobierno de Assad había recuperado gran parte del territorio sirio en los últimos años, el conflicto se había estancado, con el noroeste en manos de grupos opositores y el noreste bajo control kurdo. Sin embargo, la situación cambió abruptamente con una ofensiva sorpresa de la oposición a finales de noviembre, que llevó al colapso de las fuerzas gubernamentales.
Asad llegó al poder en 2000 tras la muerte de su padre, quien había preparado a su hermano mayor como sucesor. La rápida adaptación de Bashar al liderazgo fue facilitada por un cambio en la legislación que redujo la edad mínima para ser presidente. A pesar de su imagen inicial de apertura y modernidad, su régimen se tornó rápidamente autoritario, reprimiendo cualquier forma de disidencia.
En sus primeros años, Assad liberó prisioneros políticos y permitió un breve período de discusión abierta conocido como la “Primavera de Damasco”. Sin embargo, este espacio de libertad fue sofocado rápidamente por la policía secreta, lo que marcó el inicio de un gobierno caracterizado por la violencia y la represión.
