El martes 17 de junio de 2025, Irán lanzó una nueva ofensiva con misiles y drones contra territorio israelí, intensificando el conflicto que mantiene en vilo a la región desde hace varios días. Las sirenas de alerta se activaron en ciudades como Tel Aviv, Jerusalén, Haifa y Herzliya, mientras la defensa israelí interceptaba algunos de los proyectiles. Sin embargo, varios impactos lograron atravesar las defensas, provocando al menos ocho muertos y decenas de heridos, además de daños estructurales en viviendas, edificios públicos y una escuela.
El gobierno iraní bautizó esta nueva ofensiva como “Operación Promesa Verdadera III”, lo que confirma la continuidad de su estrategia de presión militar directa. El ataque ocurrió pocas horas después de que Israel bombardeara la torre de televisión estatal iraní, un hecho que quedó registrado en una transmisión en vivo. Desde el inicio del enfrentamiento el 13 de junio, el intercambio de ataques ha dejado cientos de muertos y heridos, así como una escalada sin precedentes en la tensión diplomática y militar entre ambos países.
Israel activó sus sistemas de defensa Iron Dome y Arrow, los cuales lograron derribar parte de la ofensiva, aunque no evitaron las bajas. Mientras tanto, el presidente estadounidense Donald Trump reiteró su exigencia para que Teherán renuncie de forma definitiva a su programa nuclear, y volvió a pedir que se evacúe la capital iraní ante el riesgo de mayores represalias.
El conflicto ya ha provocado evacuaciones masivas, suspensión de vuelos y un incremento significativo en los precios del petróleo, debido a la inestabilidad en el estrecho de Ormuz. La comunidad internacional, incluido el G-7 y la Unión Europea, ha pedido una desescalada urgente, aunque hasta el momento no hay señales claras de que alguna de las partes ceda en sus ataques.
La situación continúa evolucionando rápidamente, mientras aumentan los temores de que este conflicto regional se convierta en una guerra más amplia con implicaciones globales.
