Más de 1.600 muertos en Turquía tras terremoto de magnitud 7.8

La tierra ha temblado de madrugada en Turquía y Siria con una violencia apenas vista en el último siglo. Según el Servicio Geológico de Estados Unidos, el terremoto ha alcanzado una magnitud 7,8 en la escala de Richter, reduciendo miles de edificios a escombros y causando más de 1.600 muertos. Las autoridades turcas han informado de un millar de muertos y más de 5.383 heridos. “No sabemos cuánto se elevará [el número de] vidas pérdidas”, ha reconocido el presidente, Recep Tayyip Erdogan, debido a que todavía queda un gran número de personas entre los escombros de los más de 2.800 edificios que se han venido abajo y a las violentas réplicas y nuevos temblores que se están produciendo (el último, a las 13.24, de magnitud 7,6).

En Siria, un país castigado por más de 11 años de guerra civil, el número de víctimas mortales superan los 550. El Ministerio de Sanidad informó de 326 muertos y un millar de heridos; mientras que en la zona del noroeste, en manos de los rebeldes enfrentados al Gobierno de Damasco, los muertos ascienden a 221, según información de las fuerzas de rescate citadas por Reuters.

Se trata del mayor terremoto registrado en los dos países como mínimo en casi tres décadas, según sus respectivos observatorios sismológicos. Erdogan ha elevado mucho más la dimensión de lo ocurrido. Es, según las palabras del presidente, “la mayor tragedia del último siglo desde el terremoto de Erzincan en 1939″, que dejó unos 30.000 muertos. El movimiento se ha sentido con fuerza en 14 países, entre los que se encuentran Líbano, Israel, Chipre y Jordania.

“Nuestra prioridad es sacar a las personas atrapadas bajo los edificios derrumbados y trasladarlas a los hospitales”, ha dicho el ministro del Interior turco, Suleyman Soylu, que ha anunciado la declaración del nivel más alto de alarma. También se ha puesto en estado de alerta a las Fuerzas Armadas en la zona y se ha establecido un corredor aéreo para la llegada de material y ayuda humanitaria. “Estamos recibiendo notificaciones de muchos lugares, nuestros equipos de salvamento han sido enviados a la zona, se están preparando y enviando aviones de carga”, añadió el ministro. Según el Gobierno turco, ya hay 9.000 efectivos de equipos de rescate desplegados sobre el terreno e irán aumentando a medida que lleguen los equipos de otras provincias y otros países.

Ankara ha emitido una petición de ayuda internacional y varios gobiernos han respondido ya: el presidente de EE UU, Joe Biden, ha puesto a disposición de Turquía la ayuda de la agencia USAID y el vecino Azerbaiyán ya ha enviado a 370 efectivos de protección civil. La Unión Europea también se ha comprometido a prestar asistencia y los de Países Bajos y Rumanía ya están en camino.

Numerosas viviendas, muchas de siete u ocho plantas, se han convertido en montones de escombros sobre los que los equipos de emergencia y los propios vecinos trabajan retirando cascotes. Las labores se llevan a cabo en condiciones meteorológicas muy difíciles, pues Turquía sufre una fuerte borrasca con lluvia y fuertes vientos que han obligado a la cancelación de vuelos. En la zona del terremoto, las temperaturas no superan los cinco grados; y localidades como Malatya, donde hay más de un centenar de edificios destruidos, están cubiertas de nieve.

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“Pedimos a la población que, especialmente en las próximas horas, no entre a los edificios afectados”, dijo Orhan Tatar, representante de AFAD, el organismo encargado de coordinar las operaciones de búsqueda y ayuda a los damnificados.

En el centro de coordinación de AFAD, e incluso en las redes sociales, se reciben continuamente llamadas mediante las que personas atrapadas piden ayuda de forma desesperada. Por ello, las autoridades turcas han pedido reducir el uso del teléfono y de internet en la zona para los casos de emergencia y, según la cadena Habertürk, se baraja poner en marcha sistemas de internet por satélite, como Starlink, para dar cobertura a la zona. También se ha pedido no usar vehículos excepto en casos de extrema necesidad porque, en las primeras horas tras el seísmo, muchos se echaron a la carretera tratando de alejarse de las zonas urbanas, lo que causó que se bloquearan las vías por las que tenía que llegar la ayuda.

l epicentro del seísmo, que duró unos 30 segundos en torno a las 4.17 hora local (2.17 en la España peninsular), fue la provincia de Kahramanmaras, unos 600 kilómetros al sureste de la capital turca, Ankara, en la zona donde la placa tectónica de Anatolia hace contacto con la placa arábiga. Se produjo a una profundidad de siete kilómetros, y, según el Observatorio Kandilli de la Universidad del Bósforo (Estambul), fue de una magnitud 7,7, que ha sido elevada a 7,8 por el Servicio Geológico de EE UU. Se trata del terremoto de mayor violencia desde el que, en 1999, sacudió la costa del mar de Mármara y Estambul, con un balance de 17.000 muertos. Tras el primer movimiento telúrico, se han producido más de 50 réplicas, y el Observatorio Kandilli advierte de que pueden prolongarse incluso durante un año.

Estas réplicas son de gran violencia y algunas han alcanzado magnitud de 6,6 grados. Revisten mucha peligrosidad, ya que muchos edificios han resultado dañados en el terremoto de madrugada. Por si fuera poco, en torno a las 13.24 hora local, un nuevo terremoto independiente del primero, aunque con epicentro cercano y de magnitud 7,6, sacudió la zona, derribando varios edificios en las localidades de Diyarbakir y Malatya, lo que ha obligado a parar las labores de rescate y a evacuar a la gente que se hallaba alrededor. “No hay ningún lugar donde ponerse a salvo, incluso el edificio de la Gobernación ha sido evacuado. La gente espera en la calle”, relataba un periodista de la cadena CNN-Türk en Malatya, tras observar en directo la caída de un edificio.

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