En medio de políticas migratorias cada vez más estrictas en Estados Unidos, un número creciente de migrantes ha optado por regresar voluntariamente a sus países de origen, enfrentando peligrosas travesías que ponen en riesgo sus vidas.
Según un reportaje de The New York Times reproducido por Reforma, grupos de migrantes han emprendido el arduo camino de retorno, cruzando zonas peligrosas como la selva del Darién, entre Colombia y Panamá. En uno de estos viajes, alrededor de 40 personas, incluyendo niños, abordaron una embarcación en la costa caribeña de Panamá, llevando sus pertenencias en bolsas de basura y enfrentando condiciones adversas durante el trayecto.
La decisión de autodeportarse surge como respuesta a las amenazas de deportación y a las políticas migratorias restrictivas implementadas por el gobierno estadounidense. Muchos migrantes, al ver reducidas sus posibilidades de regularizar su situación, optan por regresar por su cuenta, a pesar de los riesgos que ello implica.
Esta tendencia ha generado preocupación entre organizaciones defensoras de los derechos humanos, que advierten sobre las condiciones peligrosas a las que se enfrentan los migrantes en su camino de regreso y la falta de apoyo institucional para garantizar su seguridad y bienestar.
La situación pone de relieve la necesidad de políticas migratorias más humanas y de mecanismos de apoyo para quienes deciden retornar a sus países de origen, asegurando que lo hagan en condiciones seguras y dignas.
