La Agencia de Seguridad Sanitaria del Reino Unido (UKHSA) ha advertido sobre la rápida propagación de una nueva subvariante de COVID-19, denominada EG.5.1, que desciende de la variante Ómicron. Según los últimos datos, esta subvariante ya representa uno de cada siete casos nuevos en el Reino Unido, alcanzando el 14.6% de los contagios registrados en el país.
El prestigioso científico Eric Topol, fundador y director del Scripps Research Translational Institute en Estados Unidos, también ha destacado el crecimiento de la subvariante EG.5 en ese país. En las últimas dos semanas, EG.5 ha pasado del 11% al 17% de los casos de COVID-19 detectados, convirtiéndose en la subvariante dominante en territorio estadounidense.
A nivel global, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha clasificado a EG.5 como una “variante bajo control”, un escalón por debajo de una “variante de preocupación”. Aunque la subvariante EG.5 está aumentando en varios países, Arcturus XBB.1.16 sigue siendo la variante dominante en el mundo.
La preocupación de los expertos radica en la constante evolución del virus SARS-CoV-2 y su capacidad para acumular mutaciones en su código genético. La UKHSA ha estado vigilando de cerca la prevalencia de EG.5.1 desde su clasificación en julio, y se sospecha que su propagación acelerada puede ser una de las causas del reciente aumento en los casos y hospitalizaciones en el Reino Unido.
A pesar del aumento en las tasas de COVID-19, la jefa de inmunización de UKHSA, la doctora Mary Ramsay, ha señalado que los niveles generales de admisión hospitalaria siguen siendo extremadamente bajos, brindando un poco de tranquilidad. No obstante, se mantiene la vigilancia y monitoreo constante de las tasas de infección.
La OMS sigue recomendando precauciones para prevenir la propagación del virus, como el uso de mascarillas en lugares concurridos, la aplicación de vacunas de refuerzo cuando sea necesario y la garantía de una ventilación adecuada en espacios cerrados. La organización insta a los gobiernos a mantener los sistemas implementados para hacer frente a la pandemia y a no desmantelar las medidas de prevención.
A medida que el SARS-CoV-2 sigue evolucionando, es previsible que sigan apareciendo nuevas variantes, por lo que la vigilancia y la adaptación de las estrategias de salud pública siguen siendo fundamentales en la lucha contra la COVID-19.