Los parisinos se hacinaban el jueves en las únicas dos líneas de metro operativas, en el octavo día de unas huelgas contra la reforma de las pensiones que han paralizado los servicios ferroviarios franceses.
Tomar los transportes públicos en la capital de Francia se ha convertido en un desafío diario: nueve de las 16 líneas de metro están cerradas, cinco funcionan parcialmente pero están saturadas y solo dos, completamente automatizadas, es decir sin conductor, circulan normalmente.
Los sindicatos han rechazado de plano las nuevas propuestas del gobierno de Emmanuel Macron para aplicar de forma gradual un modelo que requeriría que los trabajadores más jóvenes, nacidos después de 1974, trabajen hasta los 64 años en lugar de los 62 para obtener pensiones completas.
Los cambios garantizarían que el sistema de pensiones sea “justo y sostenible” ante una creciente población con un número récord de nonagenarios.
“No habrá descanso de Navidad hasta que el gobierno entre en razón”, dijo el jueves Laurent Brun, de la Confederación General del Trabajo.
La odisea de ir a trabajar
Bocinazos impacientes de los conductores, codazos o empujones para poder subirse a uno de los pocos autobuses o metros que circulan, y hasta insultos de usuarios hastiados. Desplazarse por París, sumida en una huelga en los transportes públicos desde hace ocho días, se ha convertido en una verdadera odisea.
“¡No me empujen, de lo contrario los golpearé!”, advierte Evelyne Bonfill en un andén de la Gare du Nord, la estación de trenes más concurrida de la capital francesa. Su tren acaba de llegar y esta mujer de 57 años intenta retener a las docenas de personas que se amasan detrás de ella para poder subirse al vagón.
“En tiempo normal, entre mi casa y el trabajo, tengo una línea directa, pero como actualmente está cerrada debo tomar cuatro trenes y un autobús”, se queja esta empleada en una oficina.
En la estación de La Defensa, el barrio de negocios de París, en donde se cruzan cada día miles de usuarios del metro, de trenes y del tranvía, se percibe la misma marea humana desde hace una semana.
Para poder acceder a la línea 1 del metro, una de las dos automatizadas, los usuarios deben esperar detrás de una cinta colocada por el personal de la estación para evitar estampidas. La multitud se impacienta pero se deja guiar dócilmente.
“Todos podrán acceder al andén, manténganse tranquilos”, les pide un responsable.
Una vez que éste retira la cinta algunos corren para posicionarse estratégicamente antes de la llegada del tren. “No sirve de nada correr, se van a hacer daño”, les grita el agente.
Molestia por todos lados
Pero las dificultades no se limitan a los usuarios de vehículos de dos ruedas.
“Todos los automovilistas están cabreados, incluso a las 05:00 de la mañana”, cuenta Françoise Garel, una enfermera de 63 años que realiza visitas a domicilio en su coche.
Frente a la huelga contra una reforma del sistema de pensiones muchos han optado también por compartir coches. Pero para Carole, una ingeniera de 32 años, “por la noche, con los atascos, es mejor regresar a casa a pie”.
Los que pueden, toman taxis o vehículos Uber, pero los precios se han disparado. “Pagar 100 euros por una carrera es algo que molesta”, dice Nabil Moussaoui, un consultor de 30 años.
Nanaëlle Aas, de 22 años, prefiere tomar uno de los monopatines en libre servicio en la capital francesa. Pero “a veces hay que caminar 30 minutos para encontrar uno que funcione”, se queja.
Edmée Megnin, de 86 años, no tiene intención de cambiar su rutina. Dejó pasar dos autobuses llenos antes de poder subirse a uno. “Me da pena por los que trabajan pero yo tengo un lujo que ellos no tienen: ¡en mi casa me espera únicamente mi gato!”, dice entre risas.
Manifestaciones en Francia
Hubo momentos de tensión en varios puntos del país. La policía lanzó gas lacrimógeno el jueves por la mañana a los manifestantes en la ciudad de Nantes, en el oeste de la ciudad, y los manifestantes prendieron fuego a coches en el puerto mediterráneo de Marsella.
A pesar de las afectaciones para los parisinos, otras zonas del país sufrieron menos problemas y los trabajadores en huelga han disfrutado de un apoyo público generalizado, según sondeos.
Fuente: https://www.informador.mx