La incertidumbre se apoderó de Bolivia cuando un grupo de militares irrumpió este miércoles en la Plaza Murillo, en La Paz, sede de los poderes Ejecutivo y Legislativo del país. Estas escenas no se vivían desde la crisis política y social de 2019.
Al inicio de la tarde, la preocupación se generalizó con la llegada de los primeros uniformados del Ejército al centro político de Bolivia. En cuestión de minutos, los militares comenzaron a ordenar a la gente que abandonara el lugar.
La situación se intensificó cuando el presidente Luis Arce alertó en sus redes sociales sobre acciones no autorizadas del Ejército cerca de la sede del Gobierno. Poco después, más soldados descendieron de camiones militares y se apostaron en las cuatro esquinas de la plaza, prohibiendo la circulación de civiles, salvo algunos periodistas, según constató EFE.
Las tanquetas se desplegaron hasta dos cuadras a la redonda, incluso una se colocó frente al nuevo edificio del Parlamento, que estaba cerrado con algunos funcionarios pidiendo evacuar el lugar. Los soldados portaban armamento, municiones de guerra y equipo antimotín, como gases lacrimógenos, y mostraban una actitud hostil.
Una tanqueta derribó el portón del Palacio de Gobierno, mientras que en los márgenes de la plaza se concentraron funcionarios y sectores que defendían al presidente Luis Arce. Los enfrentamientos comenzaron cuando civiles exigieron que los militares se retiraran, golpeaban las tanquetas y lanzaban petardos contra los soldados, quienes respondieron con gas lacrimógeno.
Arce encaró al comandante del Ejército, Juan José Zúñiga, quien encabezó la operación militar y se negó a acatar la orden del mandatario de replegarse. Zúñiga afirmó que buscaba “reconstruir la democracia” y liberar a los “presos políticos”. Sin embargo, Arce relevó y cambió a todos los altos mandos militares, incluido Zúñiga.
Finalmente, los civiles rebasaron el cerco militar, y el viceministro de Régimen Interior, Jhony Aguilera, exigió a Zúñiga abortar la operación. Las tanquetas y los soldados comenzaron a retirarse mientras los seguidores de Arce celebraban la resistencia al “intento de golpe de Estado”.