La alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass, declaró el martes 10 de junio un toque de queda nocturno en aproximadamente una milla cuadrada del centro de la ciudad, con el fin de contener la violencia y proteger la seguridad pública. La medida, que estará vigente de 8:00 pm a 6:00 am, busca detener actos de vandalismo y saqueo —en particular tras el saqueo a 23 comercios la noche anterior— y se mantendrá mientras persistan los daños y desórdenes.
El perímetro abarca desde la autopista I‑5 hasta la I‑110 y desde la I‑10 hasta donde confluyen I‑5 e I‑110, zona clave donde se han concentrado las protestas en torno a edificios federales como el Centro de Detención Metropolitan. La restricción solo excluye a residentes, trabajadores, periodistas acreditados y personal de emergencia; el incumplimiento conllevará arresto, advirtió Bass y el jefe de policía Jim McDonnell.
La imposición del toque coincide con cinco jornadas consecutivas de protestas —desencadenadas por operativos de ICE— que incluyeron bloqueos en la autopista 101, incendios, daños a vehículos autónomos y enfrentamientos con la policía, que ha declarado la zona como “asamblea ilícita” y utilizado municiones no letales para contener a quienes no acataron las órdenes de dispersión
El estado también ha visto el despliegue de 2,100 elementos de la Guardia Nacional y aproximadamente 700 infantes de Marina, enviados por orden presidencial para respaldar las acciones federales. Esta presencia militar ha sido calificada por el gobernador Gavin Newsom como una “provocación ilegal” y “abuso de poder”, y el gobierno estatal presentó una demanda para impugnarla.
Las autoridades han arrestado cerca de 197 personas solo este martes, sumando una cifra acumulada de cerca de 400 detenciones desde el inicio de las protestas.
