
Apenas 48 horas después de su investidura presidencial, Donald Trump ordenó el despliegue de mil 500 soldados adicionales a la frontera con México, respaldándose en su declaratoria de emergencia nacional. Este nuevo contingente se suma a los 2 mil 200 efectivos ya en la zona como parte de la Fuerza de Tarea Conjunta Norte y a los 4 mil 500 elementos de la Guardia Nacional enviados previamente por el gobernador de Texas, Greg Abbott.
La misión de estas tropas es apoyar a la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos en tareas logísticas y de monitoreo. Entre sus responsabilidades destacan la recolección de datos, detección de amenazas, vigilancia aérea y nocturna, y el transporte de migrantes detenidos. Este despliegue también incluye helicópteros y analistas de inteligencia, lo que representa un aumento del 60% en las fuerzas terrestres en servicio activo desde el inicio de la administración Trump.
El presidente justificó estas acciones en una entrevista con Sean Hannity de Fox News, argumentando que “tenemos a terroristas y asesinos libres en el país” que, según él, provienen de cárceles de otras naciones. Además, Trump firmó una proclama oficial instruyendo a las agencias federales a detener y deportar de inmediato a los migrantes, autorizando el uso de todas las medidas necesarias para repeler lo que describió como una “invasión.”
Por otro lado, se informó que el Departamento de Defensa proporcionará transporte aéreo militar para facilitar las deportaciones de más de 5 mil inmigrantes detenidos en sectores como San Diego, California, y El Paso, Texas.
Estas medidas han generado controversia en Estados Unidos, especialmente por la orden de proceder legalmente contra funcionarios estatales y locales que no cooperen con las autoridades migratorias federales. Críticos han señalado que estas acciones intensifican el clima de tensión en torno al tema migratorio y polarizan aún más a la sociedad estadounidense.