En un acontecimiento histórico, Donald Trump ha nominado a Marco Rubio como Secretario de Estado, marcando la primera vez que la Casa Blanca contará con un titular de este cargo con raíces latinas. Esta designación es significativa no solo por su origen, sino también por el entendimiento que Rubio tiene sobre las dictaduras en América Latina, como las de Venezuela, Cuba y Nicaragua, que han generado muerte, tristeza y exilio en la región.
Durante años, la política exterior de Estados Unidos ha oscilado entre la ambigüedad y la falta de dirección frente a líderes autoritarios como Nicolás Maduro, Miguel Díaz-Canel y Daniel Ortega, quienes se mantienen en el poder gracias a la represión y al respaldo económico y militar de naciones como China, Rusia e Irán. Rubio ha sido un crítico abierto de estos regímenes, enfatizando la importancia geográfica de Venezuela como un punto estratégico para los adversarios de EE. UU.
Rubio ha declarado que “Venezuela es de gran importancia geográfica. Su dictadura es una de las principales puertas de nuestro hemisferio para los grandes adversarios de EEUU”, señalando que el régimen de Maduro también colabora con narcoterroristas que afectan a países como Ecuador y Estados Unidos. Además, ha criticado la dictadura cubana por su papel como “títere” de potencias como China e Irán.
La nominación de Rubio busca resolver las contradicciones en la política exterior de la Casa Blanca, especialmente en lo que respecta a la relación con estos regímenes. Rubio ha expresado su intención de trabajar en conjunto con líderes de la región que comparten valores sobre economía y libertad, incluyendo a Lula da Silva (Brasil), Gustavo Petro (Colombia) y Claudia Sheinbaum (México).
En sus redes sociales, Rubio ha mostrado su alineamiento con líderes latinoamericanos como Javier Milei (Argentina) y Nayib Bukele (El Salvador), destacando su enfoque proamericano. Esta estrategia sugiere que buscará fortalecer alianzas con estos países para abordar desafíos comunes, como la inmigración, el terrorismo, y el narcotráfico.
La administración Trump, bajo la dirección de Rubio, priorizará la ofensiva global de China, la guerra en Ucrania y la seguridad de Israel, mientras que también se enfocará en la compleja situación en América Latina. Con su experiencia y conexiones en la región, Rubio aspira a dejar una huella significativa en el Departamento de Estado, abordando no solo las dictaduras, sino también las asimetrías económicas que afectan a la población.
