El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, emprendió este viernes un viaje hacia Anchorage, Alaska, donde se encuentra con el presidente de Rusia, Vladimir Putin, con el propósito de abordar posibles soluciones al conflicto en Ucrania. Esta reunión, la primera cara a cara desde el regreso de Trump a la Casa Blanca, tiene la atención mundial por el impacto que podría tener en el futuro de la guerra entre Rusia y Ucrania.
La cumbre, celebrada en la base aérea de Elmendorf-Richardson, tiene como eje principal negociar un alto el fuego que detenga las hostilidades que han causado miles de muertos y millones de desplazados desde el inicio del conflicto en 2022. Trump dejó claro antes de partir que su objetivo es lograr garantías de seguridad para Ucrania y sentar a los líderes a la mesa, pero no bajo el paraguas de la OTAN, sino buscando una solución donde Europa tenga un papel protagónico.
Putin llegó a Alaska acompañado por varios altos funcionarios rusos, entre ellos los ministros de Exteriores y Defensa, en una señal de la importancia que el Kremlin concede a esta cita. Por parte estadounidense, Trump está respaldado por una delegación que incluye a miembros clave de su gabinete y asesores estratégicos.
El encuentro transcurre en medio de posiciones encontradas y tensiones diplomáticas, donde las expectativas recaen en la posibilidad de avanzar hacia un cese de hostilidades y atender otros aspectos bilaterales como la cooperación económica y el control de armas nucleares. Residentes de Anchorage y activistas se dieron cita fuera de la base para manifestarse en apoyo a Ucrania y protestar contra la presencia del presidente ruso, acusado internacionalmente por crímenes de guerra.
Trump manifestó que la reunión será breve si detecta que no hay disposición para comprometerse; de lo contrario, buscará establecer una hoja de ruta hacia la paz, añadiendo incluso un posible encuentro tripartito con el presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky. El resultado de esta cumbre podría marcar un cambio significativo en la dinámica del conflicto y en las relaciones entre Estados Unidos, Rusia y Europa, motivo por el cual los gobiernos y ciudadanos observan con expectativa las negociaciones en Alaska.
