Jerusalén, 7 de noviembre de 2023 – Hace un mes, Israel y la Franja de Gaza se sumieron en una espiral de violencia que ha dejado un saldo trágico de más de 11 mil muertos, la mayoría en Gaza, 241 rehenes, y una catástrofe humanitaria sin precedentes. Desde el fatídico 7 de octubre, la región ha estado atrapada en una pesadilla cuya magnitud es difícil de medir en números.
Más de 9 mil 700 palestinos han perdido la vida en Gaza, incluyendo 4 mil niños, con casi 25 mil heridos, además de más de 5 mil heridos en Israel. Además, se cuentan alrededor de un millón y medio de desplazados internos en la Franja y 200 mil en Israel. Estas cifras impactantes no reflejan completamente la devastación que se vive, con fosas comunes llenas de cadáveres en Gaza y contenedores con cuerpos de civiles mutilados sin identificar.
El conflicto ha llevado a un cambio de estrategia por parte de Israel, que ha lanzado una campaña militar prolongada para debilitar a Hamás y recuperar el control de Gaza. La región no había presenciado una guerra total a gran escala en 50 años. Múltiples organismos internacionales han denunciado violaciones de derechos humanos, incluyendo ataques a infraestructuras civiles y un asedio que ha dificultado el acceso a agua, comida, electricidad, insumos médicos y combustible.
La analista palestina Tahani Mustafa destaca que la guerra ha creado una catástrofe humanitaria gigante que aleja tanto el objetivo palestino de autodeterminación como el ideal israelí de seguridad. Además, señala que el conflicto se ha propagado a otros frentes en la región, como la frontera entre Israel y el Líbano, donde se han registrado intercambios de fuego graves, y un aumento de la violencia en Cisjordania ocupada.
Expertas consultadas no ven un cese de hostilidades en el corto plazo. Miri Eisin, exmiembro de la Inteligencia militar israelí, considera que la guerra con Hamás podría prolongarse durante meses, mientras que Tahani Mustafa cree que el Gobierno israelí está aprovechando la situación para perseguir objetivos políticos. La dimensión regional del conflicto lo convierte en un punto de inflexión en Oriente Medio, con consecuencias impredecibles para la región.
El conflicto en curso representa una crisis humanitaria inmensa y una situación política sumamente compleja, con graves implicaciones para la paz y la estabilidad en la región. La esperanza de un cese de hostilidades y una solución a largo plazo sigue siendo incierta en medio de la devastación y el sufrimiento que se vive en Israel y Gaza.