El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha reafirmado su posición respecto a la lucha contra el narcotráfico, subrayando la prioridad de la soberanía nacional en esta materia. En una declaración contundente durante su conferencia matutina del viernes, López Obrador enfatizó que México no actuará como policía de ningún gobierno extranjero, consolidando así la política conocida como “Primero México”.
López Obrador, quien ha recibido críticas por su enfoque de “abrazos, no balazos”, explicó que su administración se enfoca en atender las causas subyacentes del problema, como la pobreza y la falta de oportunidades. Además, ofreció colaboración para limitar el flujo de estupefacientes hacia Estados Unidos, especialmente por razones humanitarias, dado el impacto devastador del consumo de opioides sintéticos como el fentanilo en la población estadounidense.
Esta postura del presidente mexicano refleja una visión arraigada en décadas de historia, donde muchos funcionarios consideraban que el narcotráfico era esencialmente un problema de Estados Unidos. López Obrador ha rechazado la “demonización” de los cárteles y ha promovido la idea de buscar acuerdos de paz entre grupos rivales, incluso instando a líderes religiosos a participar en este proceso.
A pesar de las críticas y controversias, el presidente ha mantenido una posición humanitaria, destacando que incluso los presuntos miembros de los cárteles merecen protección como seres humanos. Su determinación en este enfoque ha sido evidente en su visita a lugares como Badiraguato, en el estado de Sinaloa, donde se espera regresar antes de concluir su mandato en septiembre.
