En una histórica sesión, el Senado aprobó la reforma energética durante los primeros minutos del jueves 17 de octubre, consolidando así el esfuerzo del gobierno de la Cuarta Transformación (4T). La votación resultó en 86 votos a favor y 39 en contra, permitiendo que el proyecto se turne a los congresos locales de los 32 estados para su ratificación final, antes de ser firmada por la presidenta Claudia Sheinbaum.
Este avance se produce más de dos años después de que la oposición, en un acto conjunto del PRI, PAN y el extinto PRD, bloqueara la reforma energética propuesta por el expresidente Andrés Manuel López Obrador. En aquel entonces, la falta de apoyo a Morena fue considerada como una traición a la patria por parte de la 4T, lo que llevó a una moratoria constitucional que impedía la aprobación de iniciativas del gobierno.
Con la reciente aprobación, el proyecto de decreto busca redefinir el papel de las empresas públicas de energía en el país. Según la presidenta Sheinbaum, la reforma cambiará la categorización de “empresa productiva del Estado” a “empresa pública del Estado”, lo que devolvería a Petróleos Mexicanos (Pemex) y a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) su carácter público. Se estima que la CFE generará aproximadamente el 54% de la energía nacional, mientras que el resto quedará en manos de empresas privadas, tras la modificación de los artículos 25, 27 y 28 de la Constitución.
Sin embargo, la reforma también introduce cambios en la transición energética. Aunque inicialmente se había planteado que esta fuera responsabilidad exclusiva del Estado, se eliminó un párrafo clave que abría la puerta a la participación del sector privado en este proceso, lo que ha generado diversas reacciones entre los legisladores de Morena.
La reforma energética, ahora en manos de los congresos locales, podría materializarse en los próximos días si al menos 17 de los 32 estados la aprueban, marcando un nuevo capítulo en la política energética de México.