Las mujeres que se manifestaron ayer por las calles del Centro de la Ciudad descargaron un grito contenido toda la vida. Un grito de reclamo por la violencia sufrida desde la infancia por parte de aquellos que debían cuidarlas. Un grito de reclamo por aquellas ocasiones en que en la escuela o el trabajo se ha cuestionado su capacidad. Por aquellas ocasiones -casi todas- en que han sido laboralmente desplazadas o reciben menores salarios. Por aquellas ocasiones en que han sido revictimizadas por las autoridades. Por todas las que han muerto.
Tal vez la de este domingo 8 de marzo haya sido la mayor manifestación realizada en la historia de la Ciudad, sin contar las de motivos político electorales.
Aquí no hubo financiamiento, como algunos sectores intentaron hacer creer, ni hubo reparto de comida ni mucho menos pases de lista, propios de los partidos políticos o gobiernos.
El transporte público estuvo atestado desde mediodía de mujeres que se citaron para llegar lo más cerca posible del Monumento a la Revolución. Una hora antes del arranque de la manifestación, la plaza de la República y Avenida de la República estaban abarrotadas y la vanguardia tuvo que iniciar su marcha antes de las 14:00.
Las mujeres que se manifiestan este domingo, caminan, gritan, rompen, pintan porque han sido años, décadas, siglos de sometimiento de todo un sistema, no invisible, que lo cubre todo como una bruma, que lo impregna todo, que impacta en todos los ámbitos de la vida: “¡Hay que abortar, hay que abortar, al sistema patriarcal hay que abortar!”
Caminan las mujeres indígenas sometidas a todas las violencias existentes, la miseria, la violencia física, la violencia estatal.
Marchan mujeres que llegaron desde Ciudad Juárez con sus vestidos cubiertos con los rostros anónimos de una de las más grandes tragedias de género que haya vivido México.
Y sí, sí caminan también en contra el gobierno: “¡No queremos rifas, queremos justicia¡”
Por momentos la Avenida de la República es un cuello de botella y los contingentes salen para entrar a Avenida Juárez desde el Paseo de la Reforma, desde Rosales, llegan por Balderas. La zona se desbordó de manifestantes, en su mayoría con ropa morada y portando pancartas hechas artesanalmente (otro rasgo de que la marcha no era patrocinada).
En el llamado antimonumenta, frente al Palacio de Bellas Artes sucedieron varios episodios de violencia entre las manifestantes y las mujeres policías, mientras, simultáneamente una joven entre sollozos y animada por los gritos de “¡No estás sola, no estás sola!” relataba en un altavoz cómo de niña fue violentada por uno de los familiares “que debían cuidarme, en el que confiaba ciegamente”.
Miles y miles de mujeres desfilaron lentamente hacia el Zócalo, gritando que la violencia hacia ellas no es su culpa, ni por estar donde estaban ni vestir como vestían; pedían a la gente que dejara de estar indiferente ante los incontenibles feminicidios y violencia contra las mujeres en todos sus ámbitos; se solidarizan y se prometen protección mutua.
En esta potente marcha para conmemorar el Día Internacional de La Mujer, las mujeres políticas, están pérdidas; los políticos hombres, ausentes; líderes de movimientos sociales, borrados; porque el movimiento de hoy es tal vez el más profundo que haya ocurrido y rebasa cualquier tipo de partido, gobierno y organización.
Las consignas son rotundas y trascienden ya generaciones. Un grupo de niñas, de entre 10 y 13 años gritan: “¡Nací mujer y no moriré por ello!” Se integraron a la manifestación junto con sus padres lanzando la primera consigna de sus vidas.
Fueron más de cinco horas de caminata ininterrumpida, donde hubo grupos que causaron destrozos a mobiliario urbano, a establecimientos mercantiles, a hoteles y plazas comerciales.
La inmensa mayoría de las decenas de miles de asistentes libraron los cuellos de botella, rebasaron los puntos de enfrentamiento, los lugares en que las vallas metálicas fueron derribadas y enfilaron hacia el Zócalo en una columna ininterrumpida.
En la parte final, en 5 de Mayo, un dúo ejecutaba con guitarra y cello “Imagine”, mientras a unos metros un grupo de manifestantes reventaban vidrio, volaba polvo de extintores y bengalas, atronaban consignas, se pintaban edificios, sin que dejara se sonar el “Imagina que…”
Fuente: AGENCIAS – EXCELSIOR