Carlos Arreola y su “superioridad moral” como coartada política

JCCN / Revista Punto de Vista / 05 de noviembre 2025

Durante la sesión de este martes en el Congreso del Estado, el diputado morenista Carlos Arreola Mallol protagonizó dos episodios que dejaron entrever una peligrosa tendencia en la arena política: el uso de la “superioridad moral” como arma arrojadiza. En ambos casos, su discurso se centró más en el linchamiento moral de sus adversarios que en la construcción de argumentos sólidos o en el respeto al diálogo parlamentario.

El primer altercado, ocurrido en la Comisión de Salud, tuvo como detonante una iniciativa para endurecer las sanciones contra quienes practiquen terapias de conversión a personas homosexuales. Paradójicamente, todos los diputados presentes, incluida la panista Aranzazú Puente Bustindui, estaban a favor del dictamen. Sin embargo, Arreola Mallol decidió aprovechar la ocasión para atacar a su compañera de bancada opositora, acusando al Partido Acción Nacional de haber “perseguido homosexuales” y de defender una “ideología conservadora de derecha”. El señalamiento con el dedo, acompañado de un tono acusatorio, transformó un consenso legislativo en un espectáculo de descalificación moral.

Más tarde, durante la sesión ordinaria del Pleno, el morenista volvió a la carga, ahora contra la diputada priista Frinné Azuara Yarzábal, a quien recriminó —sin evidencia concreta— por “querer sacar raja política de una tragedia”. La intervención derivó en la intervención de la presidenta del Congreso, Sara Rocha Medina, quien le pidió abandonar la tribuna al haberse excedido en el tiempo reglamentario. Arreola tuvo que retirarse entre murmullos y risas.

Lee:  Banamex alerta que deuda bruta llegará a 60% del PIB

El problema de fondo no es el intercambio de ideas —natural e incluso saludable en la política— sino el tono moralista y la falta de autocrítica. En nombre de la “causa justa”, algunos representantes parecen creer que la razón histórica o ideológica los exime de actuar con respeto y mesura. Pero la moral no se impone: se demuestra con coherencia, con hechos y con la disposición al diálogo.

El Congreso del Estado no debería ser un escenario para ajustes de cuentas ni una tribuna de superioridad ética. Si el diputado Arreola realmente cree en la justicia social y en la defensa de los derechos humanos, tendría más impacto aportando argumentos, promoviendo acuerdos y moderando su discurso. La soberbia moral puede parecer fortaleza, pero en política termina siendo debilidad disfrazada.

El respeto, especialmente hacia quienes piensan distinto, es la base mínima de una democracia funcional. De lo contrario, el debate público se reduce a gritos, reproches y acusaciones vacías, donde la moral se usa no para elevar el nivel de la política, sino para degradarla.

jccruzn@revistapuntodevista.com.mx

Nota Completa
Back to top button