Confían en mejorar relación bilateral

Ciudad de México— El secretario de Estado estadounidense Mike Pompeo y el presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, confiaron en que la relación bilateral mejore y se refuerce con el próximo gobierno, que comenzará el 1 de diciembre.

Ese es el mensaje que quisieron transmitir después del encuentro entre la delegación de alto nivel de Estados Unidos y el equipo de López Obrador, en la que el vencedor de las elecciones del 1 de julio entregó a los miembros del gabinete de Donald Trump una especie de hoja de ruta con su visión sobre la relación bilateral para los próximos años.

“Sabemos que ha habido baches en el camino entre nuestros países pero el presidente Trump tiene la determinación de que la relación entre nuestros pueblos sea mejor y más fuerte”, dijo Pompeo al izquierdista tras felicitarlo por su victoria.

“Podríamos tener un optimismo razonable de que México va a encontrar bases de entendimiento para tener una mejor relación con Estados Unidos”, aseguró por su parte el futuro canciller, Marcelo Ebrard, en conferencia de prensa.

Sin embargo, faltaría ver si las buenas intenciones se convierten en realidad y hacen posible que funcione una relación entre líderes de origen político totalmente opuesto.

Ebrard señaló que la reunión se desarrolló en un ambiente “muy bueno, diría yo, excelente” e indicó que el documento entregado a los estadounidenses es una “propuesta de bases de entendimiento” sobre comercio, seguridad, desarrollo y migración.

El futuro canciller no quiso dar más detalles de ese documento hasta que no lo haya revisado el presidente Trump pero dijo que incluye “iniciativas de gran calado” en materia de desarrollo y una propuesta para que haya un “diálogo fructífero” en materia de seguridad.

De hecho, el desarrollo parece que fue un punto central en las conversaciones porque Pompeo, que eludió los calificativos para valorar la reunión, destacó que uno de los asuntos tratados fue la “generación de empleos y oportunidades en nuestras dos naciones”.

Según Ebrard, no se tocaron algunos de los temas más delicados como el muro fronterizo o la posibilidad de llegar a un acuerdo en donde solicitantes de asilo centroamericanos buscarían refugio en México, en lugar de en Estados Unidos a cambio de mayores apoyos del vecino del norte.

De hecho, es difícil que esta opción gane apoyo en México porque cargaría al país con la responsabilidad de atender decenas de miles de peticiones de asilo más, indicó un funcionario que pidió el anonimato por no estar autorizado a dar declaraciones.

No obstante, Pompeo reiteró las prioridades de la administración Trump y dejó abiertas todas las puertas.

“Queremos garantizar que haya seguridad a lo largo de toda nuestra frontera, queremos proteger nuestra soberanía nacional y a nuestras comunidades y por eso hemos hablado del tema con respeto”, destacó. México, agregó, es un “aliado clave” para que Washington responda a desafíos internacionales, incluidos los del triángulo norte de Centroamérica (Guatemala, Honduras y El Salvador), “y una manera de hacerlo es combatir la corrupción y generar empleo, prosperidad y una mejor economía en estos países, en EEUU y en México”.

Lo que sí enfatizó el estadounidense ante el izquierdista fue el valor de que tan alta delegación lo visitara. “Tiene aquí a cuatro de los líderes de mayor rango (del gabinete) justo después de haber sido elegido”, dijo en referencia a él, el asesor de la Casa Blanca y yerno del presidente, Jared Kushner -que ha jugado un rol clave en mantener las relaciones con México, en parte por su estrecho vínculo con Videgaray-, el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, y la secretaria de Seguridad Nacional, Kirstjen Nielsen. “Quisimos venir para hacerle saber que el presidente Trump está muy interesado en el éxito de las relaciones entre nuestros países”, añadió.

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Antes de la reunión con López Obrador, la delegación estadounidense estuvo con el presidente Enrique Peña Nieto, quien le pidió a Pompeo que se agilice la reunificación de las familias separadas en la frontera y destacó “la necesidad de encontrar una alternativa permanente que dé prioridad al bienestar y derechos de los menores”, indicó la presidencia en un comunicado. Peña Nieto mostró, además, su preocupación por sucesos que “alimentan un clima de odio y racismo” como el ataque sufrido por un ciudadano mexicano de 92 años en California.

Los estadounidenses se reunieron también con el canciller Luis Videgaray.

Los lazos entre México y Estados Unidos se deterioraron mucho desde el inicio del gobierno de Trump quien endureció su política y su discurso frente a los migrantes y ha culpado repetidamente a México por los problemas económicos y sociales de Estados Unidos.

De hecho, el trato a los migrantes es lo que más ha dolido a la sociedad mexicana y por eso el viernes por la tarde un puñado de manifestantes esperaba la llegada de los estadounidenses en las afueras de la casa de campaña de López Obrador con carteles en los que se leía “Stop Trump” o “Dónde están nuestros niños” y gritos en inglés de “Racistas, cobardes”, “Deportados pero no olvidados”.

Además de la migración, los aranceles impuestos recientemente han tensado más las ya complicadas negociaciones para la renovación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y han detonado los temores de una guerra comercial sin cuartel.

Este tema fue otro de los asuntos tratados en todas las reuniones del viernes y, según explicó el futuro canciller mexicano, los estadounidenses aceptaron que el equipo de transición de López Obrador participara en cualquier nueva reunión que tenga lugar a partir de ahora como parte de la renegociación del TLCAN.

La jornada pareció confirmar lo que ya se veía como una tendencia desde la aplastante victoria de López Obrador: que las tensiones con Washington se relajan, al menos en el tono, y que la actual administración está dispuesta a garantizar una transición suave ya que, según dijo Videgaray, harán un “frente común por México”.

Sin embargo, más allá de las buenas palabras, los cambios que se avecinan en México podrían desestabilizar las relaciones si tanto el jefe de la Casa Blanca como el presidente electo mexicano optan por apelar a sus bases, que se sitúan en los extremos contrarios del espectro político.

López Obrador ya anunció que cancelará una compra millonaria de ocho helicópteros de combate a Estados Unidos como parte de su plan de austeridad y las elecciones legislativas estadounidenses de noviembre podrían hacer que Trump regrese a su retórica racista y de insultos hacia México.

Fuente: diario.mx

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