El Zócalo de Ciudad de México, histórico y emblemático, se vistió de luto y protesta en la víspera del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Cerca de mil “lápidas” emergieron de la tierra, cada una inscrita con la palabra “feminicidio”. Estas frías piedras no representan muertes abstractas; son los nombres y las historias de mujeres arrebatadas por la violencia de género.
Activistas y familiares de víctimas se congregaron en este espacio simbólico. Cartulinas rosas y veladoras adornaron el suelo, marcando el camino hacia el Palacio Nacional, residencia del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. Aquí, en este corazón político, se alzó un grito colectivo: “¡Basta ya!”
La idea detrás de estas “lápidas” surgió de Irinea Buendía, madre de Mariana Lima Buendía. Mariana fue víctima de feminicidio a manos de su esposo, Julio César Hernández Ballinas, comandante de la Policía Judicial en el municipio de Chimalhuacán, Estado de México, el fatídico 28 de junio de 2010. Tras 13 años, finalmente se hizo justicia: Hernández Ballinas fue declarado culpable y condenado a 70 años de prisión, la pena máxima para este tipo de crimen.
Pero estas “lápidas” no solo recuerdan a Mariana. Son un llamado urgente a las autoridades. Cada día, 39 mujeres sufren violación sexual en México, según un informe de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI). Esta cifra escalofriante se cierne sobre la conmemoración del Día de la Mujer en un país donde la violencia machista persiste.
En 2023, se registraron 827 feminicidios, y en 2022, 959, según datos oficiales. Además, un estudio exhaustivo revela que, en la última década, se han cometido en promedio 33,000 delitos sexuales anuales en México. Esto se traduce en 90 casos por día, 90 vidas destrozadas, 90 gritos silenciados.
