La empresa estatal Petróleos Mexicanos (Pemex) ha atribuido un reciente derrame de hidrocarburos en el Golfo de México a un fenómeno natural, contradiciendo las afirmaciones de medios de comunicación, organizaciones ambientales y académicos. El derrame, que se extendió por 467 kilómetros cuadrados, ocurrió en uno de los campos petroleros de Pemex en el Golfo de México, el Ek Balam, ubicado en el litoral del estado de Campeche, sureste de México.
En una conferencia de prensa celebrada el miércoles, el director general de Pemex, Octavio Romero, aseguró que las imágenes que mostraban una gran mancha oscura en el mar se debían en realidad a “chapapoteras”, es decir, emisiones naturales de petróleo, provenientes del campo de Cantarell. Romero negó que las imágenes correspondieran a la fuga registrada en Ek Balam, que se encuentra muy cerca de Cantarell.
El director de Pemex admitió que el pasado 3 de julio se registró una pequeña fuga a través de un orificio de 7 centímetros de largo y 1 milímetro de ancho. Según las estimaciones de la empresa, incluso si la fuga hubiera estado operando a plena capacidad, solo se habrían derramado un máximo de 1,368 barriles, a razón de 76 barriles diarios durante 18 días. Estos números difieren significativamente de las denuncias de medios y expertos, como el periódico Reforma, que reportó inicialmente el incidente y ha sido objeto de críticas por parte del presidente Andrés Manuel López Obrador.
A pesar de las explicaciones de Pemex, el derrame ha sido objeto de preocupación y denuncias por parte de organizaciones ambientales, como Greenpeace, y expertos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Gabriela Gómez Rodríguez, académica del Instituto de Geografía de la UNAM, explicó que las imágenes permiten detectar la textura de los objetos y diferenciar la mancha de hidrocarburos del resto del océano.
El incidente del derrame se complica debido a un incendio ocurrido cuatro días después en otra plataforma petrolera cercana, la Nochoch-A, donde dos trabajadores perdieron la vida y otro sigue desaparecido, según informó Romero.
A pesar de las explicaciones de Pemex, la preocupación por las posibles consecuencias ambientales del derrame persiste, ya que se teme que la mancha de hidrocarburos pueda alcanzar las costas de los estados mexicanos de Veracruz y Tamaulipas, o incluso llegar a territorio de Estados Unidos. Las investigaciones y seguimiento del incidente están en curso para determinar la magnitud real del derrame y evaluar su impacto en el ecosistema marino y las comunidades costeras.