Doña Carmen: Lo que vi con los perros de Lomas de Santiago

Por: Una vecina con corazón partido

Ayer, mientras pelaba jitomates para la sopa, vi la noticia: 18 perritos rescatados en la colonia Lomas de Santiago. Otros tres… ya no llegaron a tiempo. Y no pude evitar llorar. No soy activista, ni tengo fundación. Solo soy la señora que le da croquetas a los callejeros en la esquina. Pero hoy, esto me rompió el alma.

Esos “cuadros de desnutrición” son perros con costillas marcadas, ojos hundidos, patitas temblorosas. Esos “hogares temporales” son jaulas limpias donde por fin pudieron dormir sin miedo. Y esos “tres sin vida”… eran hijos de alguien. Quizás de un niño que los esperaba en otra colonia.

María ‘N’ (por respeto, ni quiero nombrarla) tenía 53 años. Dicen que “daba cobijo”. ¡Qué mentira más grande! Dar cobijo no es encerrar fantasmas con piel. Yo vi las fotos: perros apilados como trapos viejos, sin agua, sin sol. ¿Sabía usted que un perro desnutrido llora sin hacer ruido? Parece un suspiro roto. Eso es lo que ella escuchaba cada día.

Hablemos de lo bueno: El vecino que llamó al 911 (¡bendito su celular cargado!). No se quedó callado pensando “alguien más lo hará”. La Guardia Civil que sí hizo su trabajo. No fue un operativo espectacular, pero salvaron vidas. Fátima y “Huellitas” que corrieron con los gastos del veterinario. ¿Sabe cuánto cuesta salvar a un perro deshidratado? Más que mi despensa de la semana.

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Esto no es solo crueldad. Es la enfermedad del “quiero ayudar pero no puedo”. Conozco señoras así: juntan 5, 10, 20 perros “por lástima”, pero luego no tienen para croquetas. Se ahogan en su propio buen corazón. El problema no es la compasión… ¡es la soberbia! Creer que uno solo puede con todo.

Esos tres cuerpecitos tirados en el suelo eran nuestra vergüenza colectiva. ¿Nadie los escuchó ladrar de hambre?. Los 10 perritos que vecinos resguardaron son nuestra esperanza. Gente común escondiendo canes en baños y cocinas. Y María… es nuestro espejo. ¿Cuántas veces dejamos pasar el sufrimiento porque “no es nuestro problema”?

¡Basta de falsos santuarios! Si quiere ayudar: Adopte UNO. Solo uno, pero bien cuidado. Done a fundaciones SERIAS (como “Salvando Huellitas” que ni refrigerador tienen). Denuncie. Aunque duela. Aunque sea su tía, su vecina, su amiga.

Anoche abracé a mi Chacho (mi viejo perro sarnoso) más fuerte. Le di un huevo revuelto aunque el veterinario dijo “dieta”. Porque entendí algo: en un mundo donde los débiles son desechables, esos perritos rescatados nos rescatan a NOSOTROS. Nos recuerdan que aún queda humanidad… y que a veces tiene cuatro patas.

Gracias por leerme. Atentamente:

La señora del puesto de tamales que siempre guarda tortillas para los lomitos del mercado.

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