Ya llegó el Día de Muertos y hasta la Catrina se ríe de lo que ha pasado este año en San Luis. Aquí les va mi ofrenda de calaveritas para los que ya se fueron… o deberían irse.
Para el Congreso Fantasma
¡Ay mijito!, esos diputados flojos,
ni ley ni vergüenza, nomás de antojos.
No hacían nada, más que calentar silla,
la flaca llegó y les puso costilla.
Con puro cero en su evaluación,
ni pa’ pedir calaverita tuvieron acción.
Los subió la muerte en troca del IMSS,
y allá se acabó su discurso gris.
Para Don Galindo y Sus Obras Invisibles
Ese Galindo, alcalde hablador,
prometía agua, drenaje y amor.
Pero en El Saucito no halló remedio,
nomás hoyos, polvo y mucho enredo.
Ya en el infierno pidió ciclovía,
y el diablo le dijo con picardía:
“¡Aquí no hay presupuesto, compadre mío,
y si excavas, nomás hallas más lío!”.
Para los Moreno-Lujosos
Monreal y Andy, de vida sabrosa,
se topó la flaca con su risa ociosa.
Con relojes caros y viaje en avión,
se fueron derechito al panteón.
Allá la Catrina les dijo riendo:
“¡Aquí no hay lujo, ni están corriendo!
Aquí los pobres van por delante,
aunque su cartera sea brillante”.
Para el Señor Tecmol, el Oportunista
Ese Tecmol Romero, tan bien peinado,
lloraba en público pa’ verse entregado.
Usaba desgracias como propaganda,
¡y la flaca lo vio con su mirada blanda!
“¿Quieres votos?”, le dijo la huesuda,
“¡Aquí hay difuntos, pero sin ayuda!”.
Pidió otra elección allá en el panteón,
y los muertos gritaron: “¡Ni en votación!”.
Para los Ministros del Acordeón
Los jueces del cuento, puro acordeón,
con asesores hasta en el panteón.
La flaca llegó con su cuaderno,
y dijo: “¡Aquí el fallo es eterno!”.
Pidieron tutorial, como en el chat,
mas la muerte dijo: “¡Ya ni hablar!
Aquí no hay juicios ni apelación,
solo silencio y resignación”.
En este Día de Muertos recordamos que la vida es corta, pero las mentiras políticas son eternas. Por eso, más vale ser como mi abuela Panchita, que dejó herencia de honestidad, no como estos personajes que solo dejaron promesas podridas.
Mientras ponemos el pan de muerto en el altar, pensemos en el México que merecemos: uno donde los vivos hagan más por el pueblo que los muertos por sus ofrendas.
¡Que en paz descansen los que sirvieron, y que retiemblen en sus sepulcros los que solo fingieron!
Doña Carmen
Catrina de barrio que prefiere calaveritas con verdad, que versos dulces con mentira.
