¿Vieron el informe del señor alcalde Enrique Galindo? ¡Parece que lo escribió en una servilleta de la fonda! Mientras nosotros seguimos esperando el agua que no llega y el drenaje que revienta, él se emociona hablando de la Copa del Mundo 2026. ¡Qué maravilla! ¿De qué nos sirven seis partidos transmitidos si en la colonia no podemos juntar ni seis gotas de agua en la llave?
Y eso del “bosque escuela”… ¡qué elegancia de Francia! Pero ¿saben dónde debería ponerlo? Aquí, en la avenida donde los árboles se secaron hace años y las banquetas están hechas pedazos. Claro que no, lo harán donde ya hay árboles, como ponerle azúcar al refresco que ya está dulce.
El Paso a Desnivel del Saucito es el cuento de nunca acabar: anuncios van, anuncios vienen, y la obra ni en sueños aparece. Ahora presume un “90 por ciento de consenso”, pero mis vecinos de allá están más enojados que marrano en corral ajeno. ¡Y no es para menos! Promesas sobran, obras faltan, y lo único que sí sube son los impuestos.
¿Y qué decir de la ciclovía de Carranza? ¡Hasta las bicicletas se cansaron de esperar! ¿De qué sirve un “centro de inteligencia urbana” de 300 millones si no pueden tapar un simple bache? Es como comprarse un carro último modelo pero tenerlo parado sin gasolina: bonito, pero no te lleva a ningún lado.
Con el agua, igual. Presumió 75 obras y mil 250 millones, pero mi comadre Toña, allá en la zona norte, sigue levantándose a las 4 de la mañana para llenar sus cubetas. Eso no es obra, es puro cuento.
La seguridad… mejor ni hablar. Dice que “es un reto constante”, pero lo único constante es el miedo que sentimos al salir de noche.
Al final, el señor alcalde se subió a su nube de proyectos fifís, mientras nosotros seguimos aquí abajo, lidiando con casas que se inundan y esperanzas que se secan.
Pero no se me agüiten, potosinos. Aunque el informe de Galindo Ceballos fue puro brindis al sol, nosotros seguimos firmes, exigiendo lo que merecemos: agua, calles dignas y seguridad de verdad. No discursos grandes y vacíos, sino obras pequeñas y seguras que nos cambien la vida.
Con el vaso medio vacío pero el corazón lleno de lucha,
Doña Carmen
Potosina que prefiere una obra chica pero segura, antes que un discurso rimbombante y hueco.
