Doña Carmen: Galindo, el pozolero que se sirvió primero

Por: Doña Carmen mientras recoge agua puerca de la pipa de Interapas.

Por: Doña Carmen mientras recoge agua puerca de la pipa de Interapas.

Agárrese bien del velador, que lo que le voy a contar le va a dar un coraje más grande que la fila para un garrafón. Resulta que nuestro señor alcalde, “Galindo el Golondrino” —sí, ese que prometió arreglar la ciudad— decidió subirse el sueldo como si fuera en montaña rusa: un 18% para él y sus cuates del cabildo. Mientras tanto, nosotros aquí, bailando con cubetas entre los baches, rogando por agua y esquivando fugas.

Y no, no es chisme de mercado. Fue aprobado en sesión con su respectivo coctel de justificaciones. Que si es por “justicia laboral”, que si “no afecta las finanzas”… ¡Ja! Como si los baches se taparan con discursos o el agua brotara de los aplausos. Nos quieren ver la cara, y además con una sonrisa.

Vea usted el menú del descaro. De entrada, un aumento del 18.5% para los funcionarios municipales, como si trapear oficinas con aire acondicionado fuera trabajo de mina. De plato fuerte, un 6.5% más en prestaciones para los del Interapas, esos mismos que no encuentran una fuga a menos que sea en su propia nómina. Y de postre, a nosotros nos toca seguir tomando agua sucia de pipa, como si estuviéramos en los tiempos de la Revolución.

Pero lo más cínico no termina ahí. Mientras el señor alcalde viaja como si tuviera alas —¿será que va a cursos para aprender a ignorar con más estilo?—, las colonias estamos peor que perro en carretera. Las calles parecen queso gruyere, las llaves gotean aire en lugar de agua y las obras públicas se deshacen con la primera lluvia, como si las hubieran pegado con babas.

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Ya lo dice el refrán que el pueblo repite con amarga sabiduría: “Al rico, su bolsa le crece; al pobre, sus deudas lo ofrecen”. Pero en esta ciudad, el único que crece es el sueldo de quienes deberían estar sudando la camiseta por nosotros. Mientras tanto, Doña Chuy remienda las llaves con trapos, Don Pepe pedalea entre baches como si entrenara para salto ecuestre y nosotros seguimos pagando impuestos para que ellos brinden con vino fino en el palacio municipal.

Y si uno se atreve a reclamar, salen con el cuento del “presupuesto blindado”. Claro, blindado para ellos. Como el Interapas, que tiene más fugas en la nómina que en las tuberías. Una burla con sabor a cloro y promesas podridas.

Esto no es gobierno: es una piñata donde sólo los de arriba tienen palo y los de abajo recogen los dulces rotos. Y cuando les decimos “¡oiga, el pueblo se ahoga entre baches y sed!”, ellos nos responden con descaro: “Calma, ciudadanos… miren mi nuevo aumento”.

Pero no se amohine. El agua y el coraje tienen algo en común: cuando se acumulan, revientan cañerías… y también urnas. Y ya veremos qué pasa cuando el pueblo, cansado de comer polvo y beber promesas, les mande una factura más salada que el agua de la presa.

Mientras cuenta los días sin agua y los baches que son ya parte del paisaje,
Doña Carmen
Pozolera que sabe: cuando el gobierno se sirve primero, al pueblo le tocan las sobras frías.

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