En una reciente declaración, el presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró haber cumplido con la totalidad de sus compromisos de campaña, e incluso afirmó haber superado algunas de las obligaciones que asumió al inicio de su mandato. Sin embargo, un análisis más detenido de su gestión revela un panorama complejo y, en muchos aspectos, preocupante.
La tradición política de prometer grandes cambios durante las campañas electorales es común en todo el mundo. Algunos líderes, una vez en el poder, optan por modificar planes y programas, mientras que otros se esfuerzan genuinamente por cumplir sus promesas. En el caso de México, la historia política ha experimentado diversas aproximaciones a lo largo de los años, pero la actual administración plantea cuestionamientos serios sobre el rumbo del país.
El presidente López Obrador ha llevado a cabo acciones que podrían considerarse cumplimientos de promesas, pero su evaluación requiere una mirada crítica. La cancelación del aeropuerto en Texcoco y la eliminación de fideicomisos para financiar programas sociales y obras emblemáticas son dos ejemplos. Estas decisiones, sin embargo, han generado debate sobre su impacto económico y la apropiación de recursos.
En contraste, las promesas incumplidas son notables. La lucha contra la violencia, a pesar de la creación de la Guardia Nacional, no ha tenido los resultados esperados, evidenciando una falta de estrategia efectiva. La cancelación del Seguro Popular y la aspiración a un sistema de salud similar al de Dinamarca han dejado a muchos mexicanos con servicios degradados, especialmente los más necesitados.
La política energética inicial, presentada como medida contra el robo de combustibles, ha generado una crisis de escasez sin resolver el problema del huachicol. La falta de mantenimiento en Pemex ha provocado accidentes, mientras que los esfuerzos para evitar aumentos en los precios de la gasolina mediante subsidios han sido inconsistentes y, en última instancia, eliminados.
En el ámbito educativo, las reformas impulsadas por la actual administración han generado controversia. La implementación apresurada y cuestionable diseño del nuevo sistema educativo han sido objeto de críticas por parte de expertos y padres de familia.
Quizás uno de los aspectos más preocupantes es la gestión económica. A pesar de las afirmaciones del presidente sobre la reducción de la deuda estatal, los datos indican lo contrario. El crecimiento económico ha sido lento, y el bienestar de las familias no muestra signos significativos de mejora.
En última instancia, el balance del gobierno de AMLO es mixto, con algunos cumplimientos, pero también con una serie de desafíos y retrocesos. Es imperativo que como sociedad mantengamos una mirada crítica y exigente hacia nuestros líderes, recordando que las promesas cumplidas no deben ser evaluadas únicamente en términos de su realización literal, sino también en cuanto a su impacto y consecuencias para el país y sus ciudadanos.