Editorial – De los Santos y Galindo, la alianza de dos sombras

En el incesante juego de la política, a menudo nos encontramos con alianzas sorprendentes y desconcertantes. Recientemente, dos figuras con oscuros pasados y antecedentes controvertidos han emergido en la escena pública, decididas a forjar un camino conjunto hacia el poder. Marcelo de los Santos Fraga, un ex gobernador marcado por la violencia e inseguridad durante su mandato, y Enrique Galindo Ceballos, actual alcalde capitalino vinculado a ejecuciones extrajudiciales y tratos inhumanos, han unido fuerzas en un esfuerzo por mantenerse en el poder. Aunque pertenecen a diferentes partidos políticos, su alianza pretende desdibujar sus pasados oscuros, pero la memoria colectiva de la ciudadanía se mantiene inquebrantable.

El mandato de Marcelo de los Santos como gobernador, que abarcó el periodo 2003-2009, dejó una huella de violencia e inseguridad en el Estado. Inhabilitado por 20 años para ocupar cargos públicos y multado con una cifra astronómica de 7 mil millones de pesos, su gestión fue sometida a una exhaustiva auditoría que reveló la solicitud de un préstamo por mil 500 millones de pesos en los últimos días de su gobierno, cuyo destino sigue sin esclarecerse. Este periodo también coincidió con la presencia de Genaro García Luna, responsable de la Agencia Federal de Investigaciones y la Secretaría de Seguridad Pública Federal.

Durante ese tiempo, De los Santos abrió la puerta al grupo criminal Los Zetas, desencadenando un periodo de terror en el Estado. Asesinatos de policías, escoltas de empresarios y ejecuciones fueron calificados por él como “hechos aislados”. Uno de los incidentes más graves ocurrió en 2007, con el asesinato de Jaime Flores Escamilla, Director de Seguridad Pública del Estado. La serie de renuncias en el Gabinete de Seguridad llevó a la integración de la “Legión Extranjera”, un grupo influenciado por García Luna que tomó el control de la seguridad pública en la entidad.

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Hoy, a pesar de las sombras que rodean a Marcelo de los Santos, lo vemos resurgir en la esfera pública respaldando a Enrique Galindo Ceballos, un aliado aparentemente improbable. Ambos comparten la responsabilidad de hechos de inseguridad y violaciones a los derechos humanos, sumados a una gestión corrupta e ineficiente en la alcaldía capitalina.

Esta alianza plantea preguntas incómodas sobre la memoria colectiva y la responsabilidad política. ¿Puede la ciudadanía realmente olvidar los errores del pasado y confiar en líderes que parecen eludir la rendición de cuentas? La respuesta debería ser un contundente no. Es momento de que los ciudadanos exijan políticos que sirvan a los intereses del pueblo, no a los egoístas afanes de aquellos que buscan mantenerse en el poder a cualquier costo. La historia de Santos y Galindo debe ser un recordatorio de la necesidad imperante de una política basada en la integridad y el servicio genuino a la comunidad.

editorial@revistapuntodevista.com.mx

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