Editorial – El “aquí no pasa nada” de la “ministra” Esquivel

La situación en la que se encuentra Yasmín Esquivel es preocupante, la “ministra” parece estar empeñada en dinamitar todo lo que la rodea. En los últimos meses, la controvertida jueza ha acumulado errores políticos y legales que podrían integrar un manual de cómo una figura en la cúspide de su carrera puede arrojarse de cabeza al infierno en unas cuantas semanas.

Uno de los principales problemas de Esquivel es su falta de transparencia y su intento de silenciar las críticas en su contra. Tras imponer secrecía a la UNAM en la conducción de las revisiones sobre su tesis dictaminada como plagio, ahora pretende que se decrete una “Ley Mordaza” contra al menos una docena de medios de comunicación que dieron cuenta de un viaje que realizó en la Semana Mayor al exclusivo desarrollo de esquí en Whistler, Canadá. Su denuncia, de carácter penal, alega supuestos agravios hacia un menor que la acompañaba, lo que parece una maniobra desesperada para evitar el escrutinio público.

La mal llamada “ministra” Esquivel desconoce que, como funcionaria pública, se encuentra sujeta a un umbral más alto de escrutinio por parte de la sociedad. Esto ha quedado claro en las jurisprudencias ajustadas al derecho internacional que han surgido de nuestro máximo tribunal, incluyendo el libro que recopila estas resoluciones judiciales.

La señora Esquivel Mossa es incapaz de reconocer sus errores y resulta indignante ver como se aferra a su cargo de ministra de la Corte, a pesar de que se ha convertido en un peso muerto para la administración del presidente López Obrador. Incluso sus compañeros ministros se refieren a ella en privado como “la señora” debido a su falta de autoridad moral.

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Las averiguaciones sobre su tesis de licenciatura de 1987, burdamente plagiada según múltiples indicios, han llevado las indagatorias hasta uno de sus primeros jefes y virtual tutor, el abogado David Jiménez, actualmente de 80 años, quién goza de un lujoso retiro desde 2019 como embajador de México en Honduras. A el se le atribuye haberle conseguido a la Señora Yasmín Esquivel empleo, en el año 1985, en el entonces Departamento del Distrito Federal, como “asesora jurídica” –antes de que contara con su título, incluso de presentar su tesis, lo que no hizo sino hasta 1987, según lo que dice su biografía oficial–.

Esquivel Mossa debería reconocer su responsabilidad en los errores que ha cometido, en las mentiras y contradicciones en las que ha incurrido y presentar su renuncia inmediata al cargo de ministra. Esto es el único camino pertinente para cerrar con una mínima dignidad esta historia y con ello evitar que siga cargando de veneno y falsedad todo acto que emprenda. La sociedad mexicana merecemos funcionarios públicos éticos y transparentes, y es hora de que se tomen medidas para garantizarlo.

editorial@revistapuntodevista.com.mx

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