Editorial – El desafiante reto de la seguridad en la era de AMLO

En el horizonte de la presidencia de Andrés Manuel López Obrador se vislumbra un panorama sombrío marcado por la escalada de la violencia en México. A medida que se cierra su quinto año de gobierno, los números de muertes violentas superan los 173 mil, superando con creces las cifras de sus predecesores inmediatos. Este trágico balance, con 156 mil muertes en el sexenio de Enrique Peña Nieto, 120 mil en el de Felipe Calderón y 60 mil en el de Vicente Fox, plantea interrogantes cruciales sobre la efectividad de las estrategias implementadas para combatir la inseguridad.

A pesar de los esfuerzos de López Obrador por militarizar la seguridad pública y fortalecer las Fuerzas Armadas con recursos humanos y tecnológicos sin precedentes, la realidad se muestra implacable. Los programas sociales diseñados para abordar las causas subyacentes de la desintegración social no han logrado contener el aumento de la violencia, y la persistente presencia del presidente en el gabinete de seguridad refleja la gravedad del desafío que enfrenta su administración.

El fracaso en el frente de la seguridad plantea dudas acerca de la eficacia de las medidas adoptadas hasta ahora. La militarización, si bien puede haber aumentado la capacidad de respuesta en el corto plazo, parece no haber conseguido detener la espiral de violencia. Es imperativo cuestionar si esta estrategia ha sido la más acertada y si, a largo plazo, ha contribuido a una solución sostenible.

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La sociedad mexicana se encuentra ante una encrucijada, donde la seguridad ciudadana parece distante y la violencia amenaza con dejar cicatrices indelebles en el tejido social. Es necesario replantear la estrategia actual y considerar enfoques alternativos que no solo aborden los síntomas, sino que también ataquen las raíces profundas de la inseguridad.

La situación actual no solo es un desafío para López Obrador, sino para el país en su conjunto. La búsqueda de soluciones efectivas debe trascender las fronteras partidistas y fomentar un diálogo constructivo que involucre a expertos, sociedad civil y líderes de opinión. La complejidad de la situación exige una respuesta integral que vaya más allá de las medidas convencionales y aborde las complejas causas que alimentan la violencia en México.

El quinto año de gobierno de López Obrador deja una marca dolorosa en términos de seguridad, pero también presenta una oportunidad para reflexionar y reevaluar estrategias. La tarea no es sencilla, pero la urgencia de proteger a la población y preservar la estabilidad del país exige un enfoque renovado y colaborativo.

editorial@revistapuntodevista.com.mx

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